Una serie de historias familiares han llegado al Teatro Principal, con el objetivo de hacer reflexionar sobre el tiempo y el olvido. Todo el tiempo del mundo, obra de teatro dirigida por Pablo Messiez y llevada a escena por Buxman Producciones y Kamikaze, se estrenó ayer en el Teatro Principal y se volverá a repetir esta tarde a las 20.30 horas.

La obra recoge una serie de «relatos personales de la historia de mi abuelo», en la que se pone de relieve «la relación entre olvido y recuerdo», explicó Pablo Messiez, el director y autor del texto, al presentar su trabajo ayer en el Principal junto a cinco de los actores, Carlota Gaviño, Iñigo Rodríguez, María Morales, José Juan Rodríguez y Javier Lara.

Una de las principales características del espectáculo, asimismo, es que no tiene ningún mensaje que transmitir al público. «La reflexión que se puede sacar de esta obra no la sé, no tiene un mensaje, lo que hacemos es plantear preguntas e ideas», explicó Messiez. «No se afirma nada sobre el papel, se trata más de qué haría cada uno en esas situaciones», apoyó el actor Íñigo Rodríguez.

El tiempo y la memoria han sido los puntos de inspiración para Messiez en esta ocasión, que se planteó una duda: «¿Si nadie habla de algo que ha ocurrido, pasó de verdad? Quería también hacer algo con mi abuelo, porque fue un personaje muy histriónico», además de tener una historia impactante detrás. En la infancia, su abuelo «se crió con su tía, quien se hizo pasar por su madre, y ésta estuvo delante de él todo el tiempo porque era la criada, pero no le dijo la verdad hasta que un día se enteró de manera traumática», relató Messiez. «Su tía cambió la realidad de mi abuelo, tan solo con no decirle quien era su madre realmente, para él era ella», reflexionó.

Iñigo Rodríguez añadió que es «una historia muy personal, y eso es uno de los valores de la función, es un trabajo hecho de forma muy personal». En cuanto a las reacciones del público, el actor comentó que «a la gente le va a un lugar que cala muy profundo, porque todo el mundo tiene padres, abuelos… en la obra se junta el pasado y el futuro, vivirán una experiencia trascendente», comentó.

Y si alguien tiene dudas de si va a reír o llorar, el actor Javier Lara se encarga de poner más misterio al asunto, afirmando sobre el montaje que «es teatro empático, ni simpático ni antipático».

Hablando del trabajo que supuso esta obra, el director explicó que ha supuesto «un antes y un después acerca de las cosas que creo, de cómo armar el equipo o qué compromiso hace falta», y remarcó «su deseo de cuidar el modo en el que empleamos el tiempo».

Tras estrenarse ayer, el equipo ofrecerá el último pase de la obra esta tarde a las 20.30 horas, la última oportunidad de verla en Zaragoza.