CAOLÍN Y ROJO

Teresa Agustín

Editorial PUZ

Teresa Agustín teje en Caolín y rojo un poemario que invita a una segunda lectura, ya que es de esta manera como se pueden captar con mayor intensidad los matices que la poeta va deslizando en sus versos. De hecho, uno de sus temas fundamentales es la dualidad, el reflejo, la repetición. No es casualidad que los espejos aparezcan una y otra vez en los poemas, que hasta en su forma material recurren a la reiteración, a la vuelta obstinada a las mismas palabras. Un rasgo, por cierto, también característico del recuerdo y la memoria, temas que también vertebran y nutren este libro editado por las Prensas de la Universidad de Zaragoza en su colección La Gruta de las Palabras.

Si se conjugan estas dos líneas temáticas y se insertan en un solo escenario, el resultado estará muy cercano a lo que es Caolín y rojo en su totalidad. Pero es que además ese escenario tiene una geografía muy definida, ya delimitada desde el mismo título: el paisaje de Teruel con su tierra arcillosa, de donde es originaria la autora, y que se convierte en protagonista de algunos poemas del libro, y en parte clave incluso con su ausencia en otros.

De este modo, las piezas que Teresa Agustín dispone encajan bien en un poemario que se convierte en una expresión personal sustentada en la experiencia de la infancia y de la tierra natal, casi siempre con tonos tristes que conllevan momentos de una hondura elegíaca que la hacen definirse como «Poeta que corre en esa tierra blanca / descalza. Poeta casi ciega en un paisaje indoloro, / perdida, blanqueada ella con luna llena».

Una sensación que no limita a sí misma, aunque a veces quizá se exceda en su universalización, como cuando dice «Y como todos los españoles, mecida entre la utopía / y el silencio, terminaré sola, muy sola, mascando ortigas». Tal vez no todos los españoles estén tan de acuerdo con tal destino.