Mientras este lunes se dilucida el futuro inmediato de la SGAE con una consulta democrática a todos los socios de la entidad, y con el voto electrónico habilitado, otras decisiones se negocian a puerta cerrada. Muy cerrada. El 10 de junio dimitió uno de los miembros de la junta directiva: Fernando Illán. Conocido por tocar con Nacha Pop y Rosario Flores, últimamente ha sido muy notoria su presencia en las madrugadas de Antena 3 y La Sexta y, de hecho, es uno de los directivos alineados con las editoriales televisivas que han dominado la entidad desde que José Ángel Hevia fue escogido presidente. Cuentan varios amigos cercanos que abandona la nave agotado y quemado de tanta presión.

Su dimisión se ha mantenido en secreto durante más de una semana. Tan en secreto, que muchos directivos de la junta de la SGAE se han enterado de ello a través de las redes sociales. Y como en el más retorcido guión de intriga, la gran especialidad de la entidad, la vacante de Illán tiene que ser cubierta, según mandan los estatutos, por el siguiente candidato más votado de la lista de compositores. Ese es ni más ni menos que Teddy Bautista, el hombre que gobernó la casa a su antojo desde mediados de la década de los 80 hasta su detención el 1 de julio del 2011 dentro del marco de la operación Saga.

TEJEMANEJES

Nadie en su sano juicio cree que Teddy acepte regresar a la SGAE solo para ocupar un sillón más en la junta directiva. Y la que menos lo cree es Pilar Jurado. Si el canario vuelve a la SGAE es para ser presidente. Y cuanto antes. Varias fuentes consultadas por este diario confirman que desde hace días se están realizando maniobras en el colegio de Pequeño Derecho para acelerar su regreso. En caso de que este lunes no se aprueben los estatutos, la posición de Pilar Jurado sería muy frágil. Una solución sería convocar elecciones, algo que ya pide la coalición ADA (Autores Dramáticos y Audiovisuales) que domina los colegios de Gran Derecho y Audiovisual. Otra más rápida, moción de censura a Pilar Jurado y nuevo presidente: el recién llegado Teddy, que ya se habría asegurado antes contar con la mayoría de votos de la junta.

No deja de resultar significativo que, ante uno de los pocos días del año en que los autores tienen posibilidad de opinar sobre el rumbo que está tomando la entidad, el futuro de la Sociedad General de Autores y Editores se esté negociando a puerta cerrada y de espaldas a los socios. Pero así es la SGAE.