TITULO Arte para un siglo II. Vanguardias (1925-1939)

ARTISTAS Colección del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía

LUGAR Ibercaja

Ibercaja recibe la segunda parte del ciclo expositivo Arte para un siglo, organizado por el MNCARS y la Confederación Española de Cajas de Ahorro. La idea que guió la iniciativa fue mostrar al público el desarrollo del arte español del siglo XX con obras escogidas de los fondos de reserva del museo, que habrían de ser organizadas en cuatro grandes secuencias correspondientes a los periodos más significativos para su exhibición itinerante por las diferentes salas de las entidades bancarias asociadas. Un repaso rápido que el montaje expositivo convierte en confuso.

La irrupción en 1925 de la Sociedad de Artistas Ibéricos, en plena Dictadura de Primo de Rivera, es un momento clave en la historia del arte español contemporáneo. A partir de entonces, el arte emprendió un nuevo viaje hacia la renovación de los lenguajes, lo que explica que 1925 sea el año de inicio de esta exposición protagonizada por los artistas más destacados que, desde París o desde España, participaron de la experiencia vanguardista. El montaje inicia el recorrido de la exposición con la pintura cubista Atocha-Cuatro Caminos (1927) del aragonés Santiago Pelegrín, miembro de la SAI, aun cuando a lo largo de la muestra hallamos obras de Blanchard, Barradas, Cristóbal Ruiz o Vázquez Díaz anteriores al periodo cronológico señalado y pertenecientes a lenguajes distintos (simultaneísmo, vibracionismo, figuración renovada y neocubismo, respectivamente), pero que son testimonio de su importancia en el desarrollo del arte español.

Junto a las figuras centrales de la vanguardia internacional, Picasso, Dalí, Miró y Buñuel, el cubista Juan Gris y el grupo de españoles en París, Manuel Angeles Ortiz, Francisco Bores, Pancho Cossío, Moreno Villa, practicantes de una figuración lírica que en Alfonso Olivares cedió ante la poética surreal, en la que también se adentraron Oscar Domínguez, Juan Ismael, Francisco Lasso, Ramón Marinel.lo, Alberto Sánchez y el aragonés González Bernal. Las pinturas seleccionadas de M. Mallo y Benjamín Palencia corresponden a su experiencia en Vallecas; y la figuración de Ponce de León, a su interés por el realismo mágico. No faltan obras de Gargallo y González, artífices más destacados de la renovación escultórica. La presencia de Condoy es testimonial.

De la vitalidad vanguardista al horror de la guerra, expresado con cruel realismo en las obras Ferrer, Lagar y Rodríguez Luna, próximas a la maqueta del Pabellón de España en la Exposición Internacional de París (1937). Se cierra la exposición, que no el montaje, con la pintura inquietante de Luis Fernández y el recuerdo de Torres García, responsable de los primeros impulsos de renovación del arte español a comienzos de siglo XX.