El Pablo Gargallo recibe cada año unas 30.000 visitas. La cifra ha crecido de forma progresiva en los últimos años (en el 2009 eran unas 25.000), pero lo que no ha cambiado es el perfil del visitante. El 60% procede de Aragón, el 23% del resto de España (sobre todo Cataluña y Madrid) y el 17% restante del extranjero, con especial incidencia del público francés.

Sus responsables saben que las propias características del museo (de escultura y encima contemporánea) representan de por sí una barrera para el público mayoritario, pero no van a cejar en su empeño para intentar «abrirlo» a toda la sociedad.

«El museo tiene un potencial mucho mayor y estamos trabajando para llegar a públicos de otras comunidades, nacionalidades y edades», resume el jefe de la sección de museos del Ayuntamiento de Zaragoza, Rubén Castells. Así, por ejemplo, este año se van a prestar siete piezas a importantes museos de Barcelona, Málaga, Sevilla o Palma de Mallorca para que cada vez más gente (también de otras nacionalidades) se interese por la obra de Gargallo. «También queremos llegar a los jóvenes y en este curso vamos a poner en marcha el proyecto El enigma de Gargallo dirigido a chavales de entre 16 y 20 años que tendrán que resolver un juego de pistas mientras conocen la vida del escultor», explica Castells.

Por otra parte, el museo está a punto de firmar un convenio de colaboración con la Fundación San Valero: «Queremos darle continuidad a un proyecto que inició el propio centro para que los alumnos del grado de soldadura realicen réplicas de Gargallo. La idea es que se vendan con fines sociales en el museo y que puedan ser tocadas por los visitantes».