Con la solfa en la cabeza. 1925 es el homenaje a Pedro pero también a todos esos músicos que durante años recorrieron España solo acompañados de su música, por eso, su director, Maxi Campo, la ha convertido en una historia "universal, despojándola de lugares propios"; y es al mismo tiempo un repaso a los sonidos que han escuchado varias generaciones. Pedro nació en 1925 y se jubiló con 63 años y desde entonces ha cambiado la trompeta por la flauta. Ahora tiene 88 años y anoche asistió junto a su mujer, Felisa, a la proyección en la Filmoteca del documental. Fue su regreso a Zaragoza después de 60 años ya que aquí vino desde su Rioja natal en su viaje de novios. No es un hombre sentimental pero "la primera vez que lo vio, le sorprendió y se emocionó"

En el documental retrata la vida de esos músicos que con un burro iban de pueblo en pueblo o a veces andando --Pedro recorrió todos los lugares próximos a La Rioja y actuó en Huesca y Zaragoza e incluso en el País Vasco--; pero también cuenta qué supuso el nacimiento de las charangas.

Pedro no tenía un gusto especial por la música pero siendo niño alguien le escuchó silbar y "le dijo a su madre que mandara al zagal a la escuela" y así comenzó su contacto con la música. ¿Por qué tocaba la trompeta? "Porque fue lo primero que cogió"; y como trompetista se ganó vida, aunque tuvo que "alternando con otros" para sostener a su familia, ya que con Felisa tiene 10 hijos; y ninguno de ellos se ha dedicado a la música, de hecho "tampoco les ha hecho mucha ilusión que su padre se dedicara a esto y mucho de lo que cuenta en el documental era la primera vez que lo oían.

UN MÚSICO ATÍPICO Pero Pedro rompe con todos los mitos de los músicos, "nada de drogas, alcohol, mujeres o cualquier vicio", reconoce Campo. Y cuenta como anécdotas que "su mujer nunca ha bailado con él; ni siquiera lo ha visto tocar" o que una vez le ofrecieron a Alemania y contestó: "Prefiero comer patatas en casa que chuletas en Alemania". La pasión de Pedro es la música e incluso durante las conversaciones con el director para rodar el documental tocaba con su flauta una y otra canción: "La solfa, la solfa la tengo en la cabeza" --de ahí el título del trabajo--, recuerda Campo.

Con la solfa en la cabeza fue rodado en cuatro días y es al mismo tiempo "musical, intimista, etnográfico" y un "retrato de un personaje "muy especial". Proyectarse en el festival "es un regalo", asegura el director, aunque el documental, de 33 minutos, ya se ha emitido en La Rioja, en el Festival de Cine de Roca (Lugo) y en dos certámenes en Bogotá (Colombia).