No tiene un título oficial de interpretación, pero su papel en Handia es de los que deja huella. Con solo 23 años, Eneko Sagardoy se ha convertido en la auténtica revelación del cine español gracias al gigante de Altzo al que da vida en la película en euskera más premiada de los Goya (diez trofeos, incluido el de actor revelación). Una revelación que en la actualidad, y desde el mes de diciembre, está cobrando el subsidio de desempleo, según reveló en la presentación de Cuando dejes de quererme, película que rodó con Igor Legarreta. «No dramatizo mi situación laboral, porque más del 80% de los actores estamos en el paro», señaló Sagardoy, que gracias al paro puede afrontar «los gastos de promoción de las películas, que no salen gratis».

Obsesionado con no interpretar a una especie de hombre elefante, el actor dio vida en Handia a un ser humano atormentado e infeliz al que le tira la tierra, el lugar donde ha nacido, pero que se da cuenta de que no puede hacer nada para parar el cambio. Un vasco real del siglo XIX que se paseó por media Europa mostrando cual feriante su descomunal cuerpo de 2,42 metros.

Sagardoy (Durango, 1994) mide 1,84 metros. Es un hombretón que consiguió lo imposible: emocionar en la gala de los Goya. Lo hizo con un discurso en el que explicó que Handia es un canto a la diferencia. Dedicó el premio «a las identidades incomprendidas y los cuerpos raros». También se acordó de sus padres y de sus profesores de teatro en la ikastola de Durango, donde era una asignatura obligatoria. Tuvo palabras bonitas para sus contrincantes (Pol Monen, Santiago Alverú y Eloi Costa), con los que compartió una cena para conocerse y para prometerse que ganara quien ganara todos se alegrarían, y para su hermano gemelo, «el tipo más guapo del mundo», que no pudo reprimir las lágrimas.

Cinéfilo de gustos exquisitos que tampoco hace ascos al blockbuster de turno, Sagardoy -licenciado en Comunicación Audiovisual y con la piel curtida en grupos de teatro- prepara su asalto definitivo en la industria del cine. De momento tiene una de las representantes más poderosas del mercado: Katrina Bayonas. Aunque su prudencia le ha hecho decir que no a varias proposiciones, entre ellas, dos proyectos de televisión.

En breve volveremos a verle en la pantalla grande. Aunque no lo reconoceremos. Será en Errementari, de Paul Urkijo, una fábula vasca presentada en Sitges y apadrinada por Álex de la Iglesia en la que el actor da vida al diablo, un personaje que exigía unas ocho horas de maquillaje cada día. También fue dura la caracterización de Miguel Joaquín Eleizegi, el gigante de Altzo. Para ponerse en su piel, y en sus huesos, Sagardoy llevaba prótesis para separar los dientes, otras para ensanchar la mandíbula, unos separadores de orejas y unas manos de silicona. Los responsables de todos esos efectos, Gorka Aguirre y su socia, también conquistaron el Goya al mejor maquillaje.

Antes de meterse en el cuerpo del gigante de Altzo, Sagardoy acudió al caserío donde Miguel Joaquín Eleizegi vivió en el siglo XIX. Fue una manera de pedir permiso al gigante real. Vio las montañas y los ríos en los que creció y eso le sirvió para completar un personaje complejo y dueño de un cuerpo que se agigantaba tanto que, incluso, se despertaba por las noches al sentir cómo se estiraban sus huesos.