Aunque los Reyes Magos estarán muy ocupados alegrando a los más pequeños, también podrían esforzarse un poco para alegrar el año a los más desfavorecidos, más allá del tópico de que desaparezca el hambre en el mundo. Pues ello depende de la política mundial y global, antes que de los procedentes de Oriente.

Así podrían facilitar a quienes quieren consumir carne no industrial encontrarla con más facilidad en los mercados y, ya puestos, que mejoren las condiciones de vida de nuestros ganaderos en extensivo.

Deberían recordarnos que los vegetales, desde patatas y tomates, hasta borrajas y acelgas, no son todos iguales y bonitos. Y que todos ellos tienen derecho a convertirse en nuestro alimento. Explicarían a los más ingenuos que no es atún rojo todo lo que así viene indicado. Pululan más gatos que liebres y también mucho avispado que pretende engañar en sus cartas o pizarras.

Puesto que han recorrido medio mundo, contarían que cocina exótica no es solo la oriental −tan de moda y tan tergiversada−, sino que también existen la latinoamericana, la nórdica, la cajún, etc. que nos pueden ofrecer grandes alegrías palatales. Convencerían a los crédulos que los superalimentos son, simplemente, mentira. Que ningún producto alimentario es milagroso, ni cura enfermedades, así como las dietas exigen un importante esfuerzo por parte de quien quiere adelgazar.

Apostarían por comer en compañía, sin prisas, igual sentado que de pie, compartiendo el placer inherente a la alimentación humana. Compartir la comida, cocinar, es precisamente lo que nos hizo humanos.

Desde sus camellos gritarían que consumir local es una necesidad imperiosa, que miles de toneladas de alimentos pululan por el mundo, en viaje de ida y vuelta, sin más justificación que el beneficio de unos pocos.

Y desde su sabiduría divulgarían que la gastronomía, en su más alto concepto, es una disciplina transversal, que alude al ocio, pero afecta también a la salud y la sanidad, al comercio, la agroindustria, el turismo, el PIB, la economía, el desarrollo rural, la fijación de la población…

Faena no les falta.