El primer vals del año entonado ayer desde Viena pretendió ser "un mensaje de paz que cree unidad entre los espectadores de muchas naciones", dijo Riccardo Muti, quien dirigió el Concierto del Año Nuevo de la Orquesta Filarmónica de Viena. El director de orquesta expresó en su mensaje a millones de espectadores el deseo de que la esperanza se propague "en un mundo que pasa por tiempos difíciles".

Muti, director musical de la Scala de Milán, subrayó el reto de una interpretación auténtica, vienesa de la música de Johann Strauss y sus hijos, que suena tan fácil y ligera, pero implica un sentimiento inconfundible de nostalgia y anhelo arraigado en Viena.

Según Muti, la música de los Strauss expresa tanta melancolía como felicidad y aspiraciones a un futuro prometedor, sentimientos que explican la popularidad de esta música y lo imposible de imitarla desde fuera.

El programa "muy bonito y elegante", según dijo el jefe de los Filarmónicos de Viena, Clemens Hellsberg, se diseñó como homenaje al fundador de la dinastía de los Strauss, Johann Strauss padre, que nació hace 200 años, el 14 de marzo de 1804.

Para el programa de ballet tradicional, con transmisiones en directo desde el Palacio Liechtenstein de Viena recién restaurado, la Radiotelevisión austríaca ORF consiguió contratar al coreógrafo actualmente más destacado de Rusia, Boris Eifman, bajo cuya dirección el Ballet de la Opera de Viena interpretó el Vals de las Aceleraciones y la Polka del Champán de Johann Strauss hijo.

Intervino por primera vez como solista en Austria y en este concierto el bailarín cubano José Manuel Carreño del American Ballet Theater de Nueva York, quien aprendió la coreografía de Eifman en un tiempo récord de apenas una semana.

Los Bailes de la Corte de Joseph Lanner iban acompañados de imágenes del Palacio Imperial de Viena, y la Polka del Patinaje de Josef Strauss debía recordar que 2004 ha sido declarado el Año Europeo de la Educación por el Deporte . El disco de este concierto aparecerá el 6 de enero.