De los confines nórdicos de Europa, la localidad noruega de Tromsø, por encima del Círculo Polar Ártico, sale Pristine, banda que reformula con temperamento el rock clásico, con ascendente bluesístico, robustos acentos hard y ocasionales desvíos sicodélicos. Cinco álbumes les contemplan, el último de los cuales, Road back to ruin, los trae mañana jueves a Zaragoza, al Rock & Blues, a las 21.30 horas con entrada libre.

Más allá de las etiquetas, destaca en Pristine el poderoso sello vocal de Heidi Solheim, cantante y compositora principal del cuarteto. A su mirada al entorno natural de la Noruega profunda se deben estas canciones que desprenden señales de recogimiento y, quizá, de cierta pureza de espíritu. «Todos los discos de Pristine los he compuesto en la pequeña cabaña que tienen mis padres en el norte del país, y siempre en la temporada de oscuridad», revela la cantante, que, a diferencia de sus colegas de grupo, ha trasladado su residencia a Oslo. «Cuando voy al norte, tener la naturaleza alrededor y percibir tanto la larga noche cerrada como las luces de la aurora boreal me inspira, y creo que esos contrastes están presentes en la música del grupo».

Desde ahí arriba, ella se ha permitido observar a la humanidad, y lo que ha visto no le ha gustado mucho, tal como se intuye del fatalista título del nuevo disco. «La canción que le da título habla de la falta de generosidad que hay actualmente en el mundo y de la pérdida de valores humanistas», explica. ¿También en la opulenta Noruega se pueden ver así las cosas? «Oh, sí, las redes sociales transmiten malas actitudes y frustración, y todo eso actualmente es incluso más transparente».

Pristine opera al margen de modas y tendencias, también de las corrientes metaleras tan populares en su país, como el black metal. «Pero esas bandas están sobre todo en el sur», observa. El grupo apela más bien a fuentes atemporales de la música: Aretha Franklin y Janis Joplin como mayores referentes de Heidi («entre las cantantes más modernas, me gusta la actitud y la energía de Juliette Lewis»), y ese vigoroso órgano manejado por Anders Oskal, que hace pensar en un Jon Lord (Deep Purple). «Totalmente», concede ella. «Él es un fan de ese clásico sonido Hammond». En la plácida Your song asoma otro influjo consentido, el de Neil Young. «Al principio dudamos si incluir la canción o no, pero mirando el conjunto del álbum nos gusta jugar con esos contrastes».