Como un Merlín asturiano, con su montera picona, su capa roja y sus zuecos tuneados apareció en escena el sábado el singular Rodrigo Cuevas para presentar en Delicias, dentro del ciclo De la Raíz, el espectáculo 'Trópico de Covadonga'. Cuevas es un artista de la pista que durante años ha paseado por las españas sus creaciones de cabaret electro-rústico, una mixtura de copla, 'burlesque' y canción tradicional asturiana. Este año ha editado su primer álbum ('Manual de Cortejo'), producido por Raül Refree, un artefacto fascinante que sin despegarse de la tradición trasciende el folclore; un vigoroso paradigma de sincretismo, de lo popular asentado en el siglo XXI. Sin duda, uno de los álbumes más sobresalientes del año.

Bien, pues sobre ese 'Manual de cortejo' se asienta 'Trópico de Covadonga', (un estado mental, según su creador) en el que Cuevas (voz, acordeón y bailes), acompañado por Mapi Quintana (palmas, voz, pandero y vocoder) y Juanjo Díaz (percusiones), da rienda suelta a su alma impenitente de 'entretenedor', presentando las canciones con hilarantes parlamentos a medio camino entre la conversación de taberna, la antropología y la sociología, y despliega (no completo) el contenido del disco.

Cuevas tiene muchas tablas, sí, pero su gran baza reside en su voz hermosa y potente; con ella nos lleva por los vericuetos de una historia armada con sentimientos, sensualidad, tradiciones, autoafirmación, reivindicaciones de figuras transgresoras... Un mosaico de paisajes y gentes construido con títulos como 'Muerte en Montilleja', 'Arboleda bien plantada', 'El día que nací yo', 'Ronda de Robledo de Sanabria', 'Xiringüelu', 'Rambalín', 'Cesteiros'...

Provocador, divertido, sincero, sólido en sus propuestas, mensajero global de certezas en un mundo de desconciertos y noticias falsas, Rodrigo Cuevas acoge en su 'Trópico de Covadonga' la materia de la que están hechos los sueños. Por eso es un trópico que desmonta los tópicos. En los bises abordó, aunque no recordaba toda la letra, la jota chesa 'Sa feito de nuei', y se despidió con 'Muñeira para a filla da bruxa' y 'Rumba de A Estierna'.

Reina de corazones de la aldea global, Rodrigo Cuevas engarza con talento la luz y el eco de los prados con el ruido y la penumbra de las salas de conciertos. '¡Vai de roda!'.