La propaganda, el control de la cultura y una estrategia política basada en sus grandes campañas militares caracterizaron al emperador Octavio Augusto, cuyo legado artístico e influencia posterior repasa una exposición presentada ayer en Roma. El Museo del Ara Pacis alberga esta muestra, que ofrece una mirada particular a la herencia del emperador, dos mil años después de su muerte, y que estará abierta hasta el 27 de septiembre.

L'arte del comando. L'eredità di Augusto (El arte del mando. La herencia de Augusto) es el título de la exposición, que recorre en doce secciones, con numerosos relieves, pinturas, monedas, mosaicos, grabados, óleos, esculturas y joyas, las huellas que el emperador dejó en otros regímenes políticos y en la tradición cultural de Occidente.

La responsable del museo, Orietta Rossino, destacó a que "Augusto ejercitó muy bien el poder, rodeándose siempre de las mejores personas de su tiempo. Su exitosa forma de gobierno ha sido imitada por todos a la hora de ejercitar el poder, no siempre con la misma habilidad". Así, la muestra comienza con el nacimiento del mito de Augusto, basado en la descendencia del "gens Julia" del héroe troyano Eneas, y la fundación del Imperio Romano e incluye pinturas de las primeras batallas y restos de algunos de los colosales monumentos que elevaron su figura a la categoría divina de Pontífice Máximo.

Una obra del pintor flamenco Peter Paul Rubens, El hallazgo de Rómulo y Remo, sirve a los responsables de la muestra para mostrar ese vínculo entre la época del emperador y la visión que de ella se difundió en el barroco.

En las siguientes salas se repasan las diferentes etapas históricas en las que repercutió su figura, desde la legalización del cristianismo a la transición de la Edad Media al Renacimiento, en el Sacro Imperio Romano, así como en las ideas de Dante, Petrarca y Cola di Rienzo. El recorrido continúa con Augusto como modelo en pleno apogeo renacentista, en el imperio de Carlos V, con pinturas del descubrimiento de América, y para las monarquías absolutistas europeas de Carlos IX de Francia, Isabel I de Inglaterra, Rodolfo II de Habsburgo y el ruso Iván IV El Terrible. La muestra concluye con otros personajes históricos que bebieron de las técnicas de Augusto, como Napoleón Bonaparte o los dictadores Hitler y Mussolini, quienes copiaron muchos símbolos propios del primer César.