Rosa Regás llegó ayer a la Biblioteca Nacional con una defensa apasionada de las ideas progresistas en la cultura y en la política como un paso más en su carrera vital y profesional.

En su toma de posesión, Regás, que se definió como "aprendiz de escritora, editora y ahora directora", estuvo arropada por amigos y altos cargos del Ministerio de Cultura, como Carmen Alborch, el cantante Miguel Ríos, Salvador Clotas, los escritores Vicente Molina Foix, Fanny Rubio y Soledad Puértolas, el director general del Libro, Rogelio Blanco, y el director del Museo del Prado, Miguel Zugaza. Estuvieron ausentes los dos directores de la institución bajo el mandato del PP, Luis Alberto de Cuenca y Luis Racionero.

Tras comprometerse a defender las ideas progresistas por las que siempre "había luchado", la escritora fijó sus objetivos en los siguientes puntos: conservación, control bibliográfico y digitalización de los libros y documentos que constituyen el fondo de la Biblioteca; la apertura de los fondos al mayor número de personas, e incrementar y fomentar las relaciones entre las bibliotecas de las comunidades autónomas y de América Latina.

Regás tuvo dos emocionados recuerdos. El primero, al leer los nombres de los tres trabajadores de la institución que murieron en el atentado del 11-M y del hijo de uno de los funcionarios. El segundo para Carlos Barral y Jaime Gil de Biedma, de los que dijo que en los "ominosos años de la dictadura" le introdujeron en la "pasión por el debate y el compromiso político y cultural". Con ellos, añadió, "aprendí a disfrutar de cada elemento de un libro y que la lectura es el gran placer que se nos ha dado a los humanos".

PROTEGER EL PATRIMONIO

Carmen Calvo, ministra de Cultura, aseguró que sólo había dado a Regás una instrucción: "Abrir las puertas, proteger el patrimonio, modernizar la institución y hacerla diversa". Además, recordó el compromiso de la Biblioteca Nacional con el cuarto centenario de la primera edición de El Quijote que se celebra el próximo año.

Calvo terminó con unas palabras de Gonzalo Rojas, último Premio Cervantes, sobre una cita de Santa Teresa de Jesús, a modo de guía para el trabajo que espera a Regás. "Tengo una gran determinación de no parar hasta llegar; venga quien viniera; suceda lo que sucediere, murmure quien murmure, si quiera me muera en el camino, siquiera se hunda el mundo", señaló la ministra de Cultura.

Antes de asumir la dirección de la Biblioteca Nacional, ya había surgido la polémica sobre la ordenación de los libros y manuscritos en catalán que ha chocado con quienes defienden el valenciano y el mallorquín como lenguas autónomas. "Antes de tomar una decisión", declaró a este diario, "consultaré con expertos lingüistas".

En tono prudente pero muy decidido, la nueva directora de la Biblioteca Nacional dio su opinión personal sobre la cuestión. "El catalán, el valenciano y el mallorquín son la misma lengua". Su antecesor, Luis Racionero, estableció diferencias idiomáticas a la hora de ordenar las obras de los escritores de los antiguos territorios de la Corona de Aragón. Regás aún no se ha planteado un calendario para desarrollar sus objetivos y tampoco especificó la procedencia de los expertos.

Pese a no ser de su competencia, la nueva directora de la Biblioteca Nacional respondió a otra cuestión que enfrenta a Cataluña con el Estado, el Archivo de Salamanca. Y se mostró partidaria de que "los papeles de Cataluña", como los denominó, regresen a Barcelona. "Los botines de guerra tienen que ser restituidos. Si no, ya me dirá cómo vamos a seguir reivindicando Gibraltar", añadió.