Nunca un artista autóctono había pasado por el Primavera Sound envuelto en tales honores de celebridad. Pero Rosalía, que entró en la rueda de prensa de ayer saludando con un anglófono «hi!», viene de un año trepidante, «sin fines de semana», montada en la ola de El mal querer y bastante cambiada respecto a su paso por el festival dos años atrás. Entonces ofreció un espartano recital neoflamenco con la guitarra de Raül Fernández, Refree. «Pero yo siempre he sido cambiante y espero seguir siéndolo», precisó ante una sesentena de periodistas locales e internacionales. Un encuentro con la prensa en la que muchos periodistas se quedaron fuera porque todos querían estar en la primera rueda de prensa de su gira europea, que hoy empieza en el Primavera Sound de Barcelona.

Rosalía, que apareció con enormes plataformas y trabajadísimas uñas, como es habitual en ella, ha saludado uno por uno a los periodistas que han ido tomando la palabra, ya que a la mayoría los conocía de las primeras entrevistas, cuando todavía no era conocida.

Rosalía vuelve a marcar estilo en su nuevo videoclip, Aute cuture, canción que no está incluida en el disco, donde rinde homenaje a las uñas largas y afiladas, y al nail art, en un entorno suburbano con coreografías kitsch. Una apuesta estética que, dada la proyección de la artista, bien puede crear tendencia. Para ella, esas uñas hiperbólicamente punzantes son «un símbolo de feminidad, con su exceso, llevadas al extremo con fantasía y sentido del humor». Sin olvidar que «casi pueden ser un arma», apunta riendo Rosalía, que ve en el vídeo influencias de Tarantino.

Pero no parece que su papel de líder de opinión vaya con ella. «Los artistas que están conectados con ellos mismos y con su entorno siempre son conscientes de que lo que hacen tiene repercusión. Pero ser demasiado consciente es una carga tan grande...», reflexiona sobre su influjo en las adolescentes. «Está bien serlo, pero no demasiado. Yo no pretendo que todo el mundo entienda quién soy», concluye, añadiendo una apelación a la libertad. «Siempre de acuerdo con mis principios».

Efecto aturdidor

Aunque su historial hunda raíces en su aprendizaje en la Esmuc y el Taller de Músics de Barcelona, por no hablar del éxito de su arriesgado estreno, Los Ángeles (2017), la proyección mediática de El mal querer, el pasado otoño, causó un efecto aturdidor en una parte de la ciudadanía: la que no la conocía, para quien podía ser un hype más. Rosalía parece sorprenderse cuando se le alude a la prevención que puede despertar el márketing. «Pero, ¿qué es el márketing?», se pregunta. «Si ser creativo con tu trabajo es márketing… Cualquier persona que se informe verá lo que hay detrás de todo esto: 13 años o más de trabajo hasta llegar aquí».

Los beats de Aute cuture los grabó con El Guincho hace dos años, un ejemplo del tiempo que se toma con sus proyectos. «No tengo prisa por publicar mis músicas, voy haciendo», deja caer. Como su canción con Billie Eilish, que terminarán cuando ambas consigan burlar «la agenda loca» que manejan. Honda sintonía con la cantante californiana: «me sentí menos sola a partir del momento en que la conocí».

Un aspecto que le hace dudar es su ubicación en la casilla de la música latina, tan amplia y compartimentada. «Es delicado», reflexiona. «Se engloba ahí a toda la música en español, pero quizá no es lo mismo latino que latinoamericano. Yo soy de Barcelona y me gusta hacer música en español porque mi formación es flamenca. Entiendo que se me englobe, pero...», expresa con reservas Rosalía, que ve a la vez en el reguetón (género en el que se zambulló en Con altura, junto a J Balvin), una forma de «música pop de hoy en día que cada vez se recibe con menos prejuicios».

Los Ángeles, tan cerca, tan lejos. ¿Es posible que vuelva algún día Rosalía a aquellos cantes antiguos? «Siempre lo es, porque es precioso», subraya. «Pero ahora quiero vivir la experiencia del espectáculo con una intención visual».