Título: ‘La frontera’

Autor: Don Winslow

Editorial: Harper Collins

Traducción: Victoria Horrillo

Desde hace ya unos cuantos años, Don Winslow viene novelando sobre el fenómeno de los narcotraficantes en relación con la distribución en Estados Unidos. Californiano de nacimiento, abogado de profesión, Winslow ha estudiado en profundidad las características de esta actividad criminal, cuyos lazos políticos, sociales y económicos afectan a Estados Unidos y a México, sobre todo, pero también a otros países productores, como Colombia o Bolivia, sin contar paraísos fiscales.

En La frontera (HarperCollins), un pletórico Winslow despacha un verdadero novelón de novecientas páginas en torno a la pugna por el poder de dos de los cárteles mexicanos con mayor influencia en las últimas décadas: Los Zetas y la familia, el cártel de Sinaloa.

En medio de sus divisiones personales y territoriales estará, como casi siempre, la DEA, la agencia norteamericana antidroga, encargada de combatir el narcotráfico con todos los medios a su alcance. Incluida, si no queda otra salida, la desaparición física de los rivales a batir.

Cuya forma, estilo de vida, Winslow retratará con gran vivacidad y precisión. Su pluma nos invitará a adentrarnos en las mansiones de los narcos y a conocer a sus familias.

A sus descendientes, los Hijos, como los denomina el autor, con mayúsculas, pues esa generación de veintiañeros será depositaria de un poder tan inimaginable para cualquier otro adolescente como las inmensas riquezas que lleva aparejadas.

Los Hijos serán propietarios de fabulosas flotas de coches deportivos, últimos modelos de Maseratti o Porsche, ante los que posarán con cachorros de leones, así como con un verdadero harén de chicas a su disposición y servicio. Muchas de ellas ex mises, o directamente prostitutas reclutadas para divertir a la muchachada en medio de grandes fiestas a base de coca, alcohol, metanfetaminas y distintas sorpresas.

En sus horas de trabajo, los Hijos y sus sicarios se dedicarán a vigilar los cargamentos de coca con destino a Estados Unidos, para lo cual habrán de burlar los controles aduaneros. Las traiciones o chivatazos se pagarán con el tormento, la mutilación o con la propia vida. Escenas crudas, pero reales, que Winslow incorpora poniéndonos los pelos de punta, tan extrema llega a ser la crueldad de verdugos y ejecutores de los Zetas o de los sinaloenses.

Dinero, furia, sexo, venganza... Los elementos novelescos, por violentos que puedan parecer, están ahí, sucediéndose en un trepidante bucle de acciones o vidas que arrancan de la miseria latinoamericana para alcanzar la gloria de los capos de la droga. A veces, pocas, duradera. En las más de las ocasiones, efímera.

La trilogía de Winslow, que comenzó con El cártel y El poder del perro y concluye con La Frontera, ha merecido grandes elogios de otros autores contemporáneos. Destaca el entusiasmo de James Ellroy, cuya prosa, por cierto, sincopada e impactante, me ha recordado a este Winslow maduro y esencial, dueño de múltiples recursos narrativos y, sobre todo, del conocimiento necesario para escribir del narco.