A las doce del mediodía de hoy, en el Museo Pablo Gargallo de Zaragoza, tendrá lugar una puesta de largo muy singular: la presentación del nuevo Diccionario de la Real Academia de la Lengua a todos los aragoneses. Acto en el que estarán presentes el director de la Academia, José Manuel Blecua, y el alcalde de Zaragoza, Juan Alberto Belloch.

El hecho de que la 23ª edición del Diccionario sea el número uno en la lista de libros más vendidos es una señal de respeto y esperanza. Respeto generalizado a una de las lenguas más ricas y habladas del mundo, que nos permite viajar por los cinco continentes encontrando castellano hablantes en los lugares más remotos. Esperanza porque, si los españoles valoramos esta herramienta fundamental, muchas de nuestras características como ser colectivo estarán a salvo.

La Real Academia Española, que acaba de celebrar el tercer centenario de su fundación (nació en 1713, bajo el reinado de Felipe V) presenta su nuevo Diccionario con más de 90.000 entradas, entre las que se incluyen las palabras que, desde 2001, fecha de la 22ª edición, han ido conquistando un lugar en nuestro idioma, hasta ser susceptibles de ingresar como términos oficiales. Su selección, grafía y definición es una de las tareas más pacientes y eficaces de la Academia, cuyos expertos, además de a este trabajo lexicográfico, se dedican a otras muchas labores de divulgación. Cabe mencionar, entre otras empresas llevadas a cabo en los últimos años, la presentación del Diccionario de Estudiantes y del Diccionario Panhispánico de Dudas, entre otros soportes que decididamente han contribuido a extender y sanear el castellano.

La evolución histórica de nuestro Diccionario resulta muy interesante y aleccionadora. Su primera edición, presentada en tres volúmenes, apareció entre los años 1726 y 1739. A partir de entonces se han ido sucediendo las revisiones con la frecuencia, más o menos, de una década. En 1803, las entradas ascendían ya a 59.000, pues se decidieron incluir toda clase de neologismos científicos, propios del desarrollo intelectual de La Ilustración. Sin embargo, en 1869, los lemas se habían reducido a menos de 50.000, debido a la supresión de las correspondencias latinas.

La actual edición es un modelo de riqueza, comodidad y precisión. Nuestro instrumento.