La inquietud lleva demasiados meses instalada en las salas de conciertos de Zaragoza. La irrupción de la pandemia el pasado marzo paralizó toda su actividad, dejándolas sin ingresos y teniendo que seguir afrontando sus gastos fijos. A mediados de junio vieron algo de luz al final del túnel e incluso varias salas acogieron alguna actuación, pero los rebrotes han vuelto a cortar en seco cualquier atisbo de esperanza. Son demasiadas semanas en blanco y lo peor es que los establecimientos no tienen ninguna certeza de cuándo podrán operar con cierta normalidad. Mientras todo eso sucede, Zaragoza sigue medio huérfana de música en vivo, con la consiguiente afección en bandas y técnicos. De hecho, el sector estima que desde marzo se han cancelado «un mínimo de 1.500 conciertos» en Aragón.

«La situación es dramática; hay salas que ni han abierto desde marzo y que siguen acumulando deudas desde entonces. Yo, por ejemplo, llevo seis meses viviendo de ahorros», lamenta Pablo Cano ‘Patxi’, presidente de Aragón en Vivo, asociación que aglutina a 19 salas de música, el 95% de las que hay en Aragón. El sector comprende las restricciones impuestas desde la administración para evitar que el virus se propague, pero lo que no entiende es que no se haya planteado ninguna solución para apoyar a las salas e impedir su cierre definitivo. «Necesitamos ayudas extraordinarias de forma urgente», subraya Cano, que es propietario del Rock & Blues.

En este sentido, el sector lamenta que el apoyo brindado hasta ahora por las instituciones es «claramente insuficiente». La pasada semana las salas recibieron las ayudas ordinarias del ayuntamiento, una partida que habitualmente suelen cobrar en junio y que han supuesto un auténtico balón de oxígeno. La convocatoria ordinaria de la DGA acaba de abrirse (también con retraso) y ahora el sector solo espera que el Gobierno de Aragón cumpla su palabra y lance en septiembre las ayudas estructurales, que se adivinan claves para su supervivencia. «Necesitamos más apoyo para que mucha gente no se vea abocada al cierre», reconoce el gerente de La Lata de Bombillas, Javier Benito.

Su caso es paradigmático de lo que ha sucedido estos últimos meses. El local de la calle Espoz y Mina pudo abrir tres semanas en junio y dos en julio, pero llegaron los rebrotes y todo se fue al traste. En ese periodo, La Lata llegó a albergar conciertos cumpliendo todas las medidas de seguridad y con un aforo limitado de apenas 20 personas. Pocas salas siguieron su ejemplo, pero las que lo hicieron cumplieron a rajatabla con todos los requisitos. Por eso, lo que más rabia da al sector es que encima se les haya «demonizado». «Se nos ha metido casi en el mismo saco que al botellón, cuando en Aragón no ha habido ningún caso de rebrote en un concierto», subraya Cano.

En esta misma línea se manifiesta el gerente de la sala Moliner 7, Santiago Castillo, que lamenta que «no se nos ha dado ninguna solución y además se nos ha criminalizado». Castillo pudo programar «tres o cuatro» conciertos para un aforo de 20 personas antes de la llegada de los rebrotes, cuando todo se volvió a paralizar. «No sé si es muy coherente que no nos dejen celebrar conciertos y que por otro lado la administración esté organizado otros en centros cívicos solo para colgarse medallas», indica Castillo.

«Con los aforos tan limitados los que hemos abierto trabajamos casi siempre a pérdidas, pero lo hacemos sobre todo para reanudar poco a poco la actividad y dar trabajo a nuestros empleados», explica Cano, que apunta que en el Rock &Blues ha tenido que prescindir de todos sus camareros temporales.

La publicación el pasado lunes en el BOA de la orden del Ministerio de Sanidad (que incluye el cierre del ocio nocturno) no ha supuesto un gran cambio para las salas de conciertos, según asegura el secretario de la asociación Aragón en Vivo, Joaquín Domínguez. Y es que subraya que los cambios ya se implementaron la penúltima semana de julio con el regreso a la fase dos. «Con los aforos tan limitados no es rentable abrir, así que la mayoría estaban cerradas», apunta.

Aragón en Vivo estima que desde el inicio de la pandemia se han suspendido o cancelado en Aragón «un mínimo de 1.500 conciertos». «Cada mes se celebran unos 250, así que las cuentas salen rápido», señala el presidente de la asociación, que aglutina a salas como La López, la Creedence, La Casa del Loco o Las Armas.

Todas estas cancelaciones han golpeado directamente al colectivo de músicos y técnicos, muy mal parados también debido a la pandemia. «Obviamente los que sobre todo viven de los conciertos lo estarán pasando mal; nosotros por ejemplo no hemos tenido ninguna actuación desde el inicio de la pandemia», comenta Sergio Vinadé, de la banda zaragozana Tachenko. El músico apunta además que la gran mayoría de conciertos que se están organizando estas últimas semanas son acústicos «y dan poco trabajo a los técnicos».

Vinadé (responsable también del Centro Musical Las Armas) espera que toda esta crisis sirva para reestructurar el sector y dotarlo de más fuerza. Mientras, las salas de Zaragoza seguirán plantándole cara a la adversidad como han demostrado con creces en los últimos años. «Quizá antes había salas más grandes y míticas, pero en número ahora somos más», destaca Benito, que reconoce que lo peor de esta crisis es la incertidumbre, el no saber cuando volverá todo a la ansiada normalidad.