El Museo Goya, de Fundación Ibercaja, cuenta desde ayer, con un nuevo atractivo, otra obra de Francisco de Goya, un retrato de San Agustín, pintado por el aragonés entre 1796 y 1799. El óleo se incorpora al museo en cesión temporal en depósito «sin fecha de caducidad» procedente de una colección privada, según aseguró José Luis Rodrigo Escrig, director de la Fundación Ibercaja, que presentó la pieza junto a la directora de la pinacoteca, Rosario Añaños; Inés González, jefa del Área de Cultura de Fundación Ibercaja, e Iñigo Aguirre, jefe de Fundación Ibercaja en Madrid.

San Agustín, que no ha necesitado ninguna intervención salvo la limpieza porque «estaba en perfecto estado», según Añaños, puede verse en la segunda planta del Museo Goya. A su izquierda se sitúa el Cristo resucitado en la agonía (copia de un original de Goya), de 1804; y a la derecha, tras una puerta a otra sala, la Venida de la virgen del Pilar a Zaragoza, de José Luzán, de 1765.

La obra pertenece a la serie en la que representó a los cuatro padres de la Iglesia, junto a San Ambrosio, San Gregorio Magno y San Jerónimo, que actualmente pueden verse en centros de todo el mundo mientras que San Agustín es la única que se mantenía en manos privadas. Los otros retratos se exponen en el Museo de Cleveland de EEUU, en el Museo del Romanticismo de Madrid y en la Norton Foundation de Los Ángeles respectivamente. Todos ellos son de análogas dimensiones y se caracterizan por el predominio de los tonos dorados y calientes, pero en San Agustín, destaca el tratamiento de la mitra y que tiene más movimiento que los anteriores, movimiento que proviene del gesto de su mano levantada y abierta.

VISTA DESDE LO ALTO

Añaños contó que San Agustín fue pintado entre 1796 y 1799, años en los que «no abandona los recuerdos de las pechinas de iglesias aragonesas»; en una época en la que Goya está «en plenitud» con encargos del máximo nivel ya que «ya era pintor de la corte». Es en esa época cuando pintó los frescos de la iglesia de San Antonio de la Florida; el retrato del ministro de Gracia y Justicia, Jovellanos; Los Caprichos o el Prendimiento de Cristo de la catedral de Toledo.

EN LA LONJA, EN 1992

El San Agustín de Goya, obra creada para ser vista desde «cierta altura» se alza «monumental» con un fondo oscuro, y una actitud de «oración, mirando al cielo, con actitud dialéctica quizá buscando inspiración a lo que estaba escribiendo», destacó la directora del Museo Goya. Una de sus manos aparece abierta y la otra en un libro. Destaca la representación de la barba y la expresión entregada de su mirada, así como los pliegues «casi escultóricos» de los hábitos; así como el juego de luces y la plasticidad que logra en su ropa.

La pintura perteneció a la colección de Lucas Moreno de París, de donde pasó a la de Eugenio Luis de Bayo, de Bilbao, y posteriormente a su actual propietario por línea sucesoria. En las últimas décadas ha sido parte de importantes exposiciones en Madrid, París, Lugano, Berlín y, en 1992, en la muestra que se dedicó a Goya, en las salas de La Lonja, el Torreón Fortea y el Museo Pablo Gargallo.

José Luis Rodrigo Escrig, director de Fundación Ibercaja, mostró su «orgullo» porque Fundación Ibercaja reciba en depósito esta obra de su propietario para que «luzca en las mejores salas» del Museo Goya. Además, deseó que su presencia provoque «múltiples visitas» para conocer el óleo del genio de Fuendetodos, porque de hecho, señaló que «el Museo Goya es la puerta de entrada a la obra» del aragonés, que recordó, perteneció a la Real Sociedad Económica de Amigos del País, germen de Ibercaja.

Actualmente, se puede visitar también la exposición temporal titulada El viaje del rey, que tiene como eje central el retrato de Fernando VII, también de Goya, procedente del Museto Thyssen-Bornemisza de Madrid.