El próximo día 11 de abril en el Palacio de los Condes de Sástago se inaugura la exposición Joyas de un patrimonio V. Restauraciones de la DPZ (2011-2019). La muestra recoge los trabajos realizados en ese periodo dentro de los Planes de Restauración de Bienes Muebles que la diputación provincial realiza en colaboración con los ayuntamientos y Arzobispado de Zaragoza u otros que salen de su propio taller de restauración.

Entre ellas está un busto relicario de San Indalecio datado en 1536, obra maestra del Renacimiento de Damian Forment que ha sido restaurado por Nuria Asin con cargo a los fondos de la DPZ. La obra fue localizada en Calatorao entre restos de otros bienes en 2014, llena de suciedad y estiércol de paloma por Fernando Carnicero, corresponsal de El Periodico de Aragón en Calatorao. Se sospechaba que la obra pudiera estar en la localidad porque Carmen Morte, catedratica de Historia del Arte de la Universida de Zaragoza aportó información sobre ello a Isidro Villa, investigador de Calatorao y esté transmitió el interés a Carnicero.

Junto esta extraordinaria obra de arte, Calatorao aporta a la exposición dos obras más, que representan la misma temática, la Aparición de la Virgen del Pilar al Apóstol Santiago. Una de ellas es un magnifico relieve que formaba parte del retablo principal del antiguo templo de la localidad junto a las tres tablas (Ultima Cena, Lavatorio de los pies y Oración en el Huerto) que conforman la actual mesa del altar mayor y otras piezas todavía sin restaurar (Adan y Eva y el Beso de Judas). Según los estudios realizados hasta la fecha se citaba como autor del retablo a Juan Miguel de Orliens, pero documentos encontrados recientemente por Isidro Villa y los historiadores Rebeca Carretero Calvo y Jesús Criado Mainar han concluido que el autor del retablo es Pedro Martínez de Calatayud y se construyo en 1593.

Estos dos profesores han realizado también el estudio de la tercera obra que Calatorao aporta a la exposición, un lienzo con la misma temática datado a finales del siglo XVII o comienzos del XVIII. Aunque no se ha podido precisar quién lo pintó, los autores del estudio indican que «tanto la composición como la postura, gesto y características de los santos protagonistas, así como los rasgos de los ángeles», permiten concluir que es de un artista que trabajo en esa época entre Zaragoza y Tarazona, por otros lienzos que se conservan en esta última ciudad y en Calatayud”.