La huella que el hombre deja en su entorno, en el paisaje, el medio ambiente y la ciudad; las redes sociales y las nuevas formas de comunicación y los viajes son las temáticas que el artista de Nonaspe Santiago Gimeno aborda en la retrospectiva que ayer se inauguró en el Patio del Museo de Zaragoza y que puede verse hasta el 16 de noviembre.

¿Por qué esta exposición aquí y ahora?, se preguntó el artista, que se respondió: «Hace 30 años que entré a trabajar en la Escuela de Artes para dar clases de talla de madera y piedra», sin embargo este material lo había trabajado poco, por lo que se matriculó en el taller de escultura de piedra de Calatorao que organizaba la DPZ. Allí coincidió con artistas como Eva Lootz y «conocí otras formas de concebir el arte».

Lola Durán, comisaria de la muestra, hizo hincapié en que desde niño estaba predestinado hacia la escultura en el taller de ebanistería de su padre, pero esos viajes a Santiago y a Calatorao le descubrieron «una escultura menos académica y más sentida». Fue entonces cuando comenzó su labor como escultor, que siempre compaginó con la de docente.

Artista y comisaria estuvieron acompañados en la inauguración por el director del Museo de Zaragoza, Isidro Aguilera; y el director general de Cultura del Gobierno de Aragón, Nacho Escuín, quien señaló que la exposición de Santiago Gimeno «interviene un espacio que ha sido más un salón de pasos perdidos que un espacio expositivo en el museo». De hecho, las obras ocupan el patio del Museo, «por lo que convive nuestra historia con la escultura más contemporánea».

Y es que el espacio es muy importante para Gimeno, según aseguró, ya que la escultura «es la pieza y su entorno». De hecho, el catálogo todavía no está terminado porque se ha esperado a que estuviera colocada la muestra para terminarlo.

Además del espacio, los viajes también le han marcado en su perspectiva, sobre todo su viaje a Nueva York, que «le sorprendió por las horizontalidades y verticalidades de la ciudad», que luego plasmó en sus obras.

MATERIALES

La disposición de las esculturas es casi cronológica, aunque no totalmente, ya que algunas de las piezas colocadas en el pasillo que rodea el patio no cabían.

La selección ha sido, según Gimeno, «difícil» porque solo se muestra un 20% de la producción.

A lo largo de la exposición, sí que se puede ver la evolución de los materiales. El recorrido comienza con las primeras obras, todas ellas realizadas con la piedra de Calatorao, con la que trabajó en la primera exposición que realizó en 1992, Símbolo y Sendero, que pudo verse en la Escuela de Artes.

Pero no todas podían se llevar a cabo con piedra, por lo que comenzó a utilizar el hierro, como demuestra en Una casa para ti, que combina con alabastro y dota a la obra de gran sensualidad. Después llegó la chapa o «los materiales reciclados que tomaba del desguace».

Entre los años 2000 y 2004 descubrió el acero Corten, «que era muy difícil de encontrar», reconoció Gimeno y de ahí «a la escultura que corona la nueva torre de Pikolín en la plataforma Logística Plaza.

La escultura más reciente de la exposición es la que ocupa el centro del patio, Ciudad soñada, de este mismo año, una obra inspirada en el cine futurista, que nos transporta a una ciudad agresiva y deshumanizada y que contrasta con Promised land, que representa la vida en el ámbito rural y que invita a la reflexión sobre el hombre y su entorno.