A Carlos Saura le gusta Aragón. Acaba de estar en el Pirineo junto a Anna, su hija, y un amigo «descubriendo un Pirineo que yo no conocía» y que ha retratado con su inseparable cámara. Igual que lleva haciendo durante años, por eso, El Aragón de Saura es «un ensayo conmigo mismo», según lo definió el propio cineasta en la presentación del libro en el museo Pablo Serrano. «Haré un libro más extenso», aseguró, porque «tengo muchas más fotos», dijo.

El Aragón de Saura, editado por el Gobierno de Aragón, Prensas de la Universidad de Zaragoza y la Universitat Oberta de Catalunya, es la segunda publicación de la Colección Luis Buñuel. Cine y Vanguardias y recoge una selección «un tanto caprichosa» de fotografías que Saura ha ido haciendo a lo largo de los años de todo Aragón, junto a dibujos del mismo lugar e incluso alguno de lo que él llama fotosaurios, que son fotografías dibujadas y pintadas.

El realizador de Cría cuervos considera que este libro es «una traición a la fotografía», porque él pensaba que las imágenes «no debían tocarse ni manipularse porque era pecado». Más tarde se dio cuenta de que era un «tabú» que debía dejar a un lado. Fue entonces cuando comenzó un reportaje sobre sus compañeros de viaje en los trenes que le llevan a Madrid (vive a las afueras), nunca con «la intención de publicarlas» sino como una especie de «voyeur». Esas fotos fueron las primeras que pintó. Y después han venido muchas más. «Suelo hacerlo cuando imprimo una copia y no me gusta», reconoció.

La publicación, que no descarta que pueda convertirse en una exposición, incluye también alguna de las imágenes que tomó cuando realizó Sinfonía de Aragón para la Expo 2008 y que supuso su «reencuentro con Aragón».

El Aragón de Saura son sobre todo paisajes. Uno de los más queridos, las pajaritas de Ramón Acín que pueden verse en el parque Miguel Servet de Huesca, y que «me recuerdan a mi niñez y a mi hermano Antonio». Pero también retrata y pinta cabezudos, Calanda, sus tambores y sus gentes y a Miguel Ángel Berna, «el Antonio Gades del flamenco», según lo definió el propio cineasta. Este tomó la palabra para agradecer «lo que ha hecho por mi y por esta tierra».

La presentación contó con la presencia de Mayte Pérez, consejera de Cultura del Gobierno de Aragón; Nacho Escuín, director general de Cultura; Jordi Xifra, director del Centro Buñuel de Calanda; y Yolanda Polo, vicerrectora de Cultura y Proyección Social de la Universidad de Zaragoza.

Para la consejera, esta publicación es «un homenaje a la belleza y a tu tierra» porque «El Aragón de Saura es el Aragón de todos los aragoneses», con su belleza y su dureza, antes de recordarle que esta comunidad «es su casa» porque Saura manifestó con humor: «Otra vez en Zaragoza, ultimamente parece mi casa».

Jordi Xifra, por su parte, reconoció que cuando pensó en la colección nunca tuvo en mente a Saura, porque este libro «rompe todos los tópicos» ya que no trata de cine o cineastas y vanguardia sino sobre «un director de cine que publica un libro, pero es un libro de vanguardia». Los preámbulos los firman dos grandes amigos y grandes conocedores de Saura, Luis Alegre, que titula su texto Un ojo genial; y Agustín Sánchez Vidal, Una sinfonía aragonesa.

TRABAJADOR INCANSABLE / A sus 86 años -cumple 87 en enero- sigue trabajando pese a que «ya tenía que estar retirado y cobrando la pensión». En los próximos días viajará a Guadalajara (México) para presentar este libro. Y será en México también cuando rodará el año que viene un musical, que, al igual que Jota, contará con el apoyo del Gobierno de Aragón.

Y habrá más, ya que el 12 de enero se estrenará un vídeo firmado por Saura en la próxima edición de los premios Forqué.

Preguntado sobre qué aragonés le gustaría realizar un largometraje, respondió que sobre Gracián, «que también es de Huesca, lo que ya parece una obsesión, y jesuita», pero del que destacó que fue un «escritor imaginativo». Mayte Pérez entonces le recordó que «una compañía aragonesa, El Temple, ha hecho un Criticón magnífico, que puedes filmar», a lo que Saura contestó: «Sin productor, no hay nada que hacer».