El 16 de agosto de 2012, un bombardeo acabó con tres panaderías en Alepo. El ataque provocó 50 fallecidos y 198 heridos. Una de las pocas mujeres que entonces quedaban en la ciudad se afana en curar a dos niños que casi no tienen fuerza ni para llorar. La imagen impacta por su dureza pero no deja ser la realidad que el fotoperiodista Ricardo García Vilanova, que acaba de ser liberado recientemente de su secuestro, ha retratado durante los cerca de 14 meses (en varios viajes) que ha pasado en Siria. Junto a Diego Ibarra, Maysun, Guillem Valle, Alfonso del Moral, y Manu Brabo protagonizan la exposición Testigos de las revoluciones árabes, incluida dentro del festival PHotoEspaña y que ayer se inauguró en el Centro de Historias, donde se podrá visitar hasta el próximo 20 de julio.

La exposición compuesta por 72 imágenes partió, explicó el comisario Eduardo Moreno, de "una idea de Gervasio Sánchez y es una manera de mostrar las revueltas árabes que comenzaron en Túnez desde la mirada de seis fotógrafos españoles". Así, García Vilanova y Brabo muestran la Siria más cruenta; Diego Ibarra hace lo propio con Bahrein ("una de las revoluciones más olvidadas"), Maysun con Egipto, Guillem Valle con Kurdistán y Alfonso del Moral con Libia.

"HAY QUE VIVIRLO"

"Nosotros intentamos que la gente se ponga en el lugar del que está viviendo esto pero ninguna fotografía o ningún vídeo es capaz de poner al espectador en esa situación", explicó García Vilanova que aseguró que para eso "hay que vivirlo" y retratarlo porque "si no lo cuentas, no existe". Siempre desde el respeto. "Tomo las fotografías que a mí me gustaría que me hicieran si fuera la víctima".

Y, llegado a este punto, García Vilanova tiene muy claro que ellos, los fotoperiodistas, están en una situación "privilegiada": "Los riesgos los corren ellos, no nosotros que podemos entrar y salir cuando queremos". Para él, "el gran problema es que no existe difusión sobre lo que está pasando y, por tanto, no produce la reacción que debería haber". Sobre el futuro de Siria, es bastante pesimista: "No hay solución. El mundo ha dejado a su suerte al país y aunque quisieran pararlo, ya no hay dos Sirias, es que hay muchas combatiendo entre ellas...", concluye.