Mientras acompaña a un leproso que viaja por Egipto en compañía de un huérfano en busca de los padres que lo abandonaron, Yomeddine tan solo aspira a inspirar lástima por los apestados, los marginados y las víctimas de la intolerancia del mundo. Y para lograrlo no se anda con sutilezas: el director debutante A. B. Shawky no solo peca de tosco al mezclar melodrama y crítica social con momentos de comedia gruesa; peor aún, se muestra desesperado por manipularnos emocionalmente echando mano de situaciones inverosímiles, dramatismo histérico y diatribas morales que resultan realmente chirriantes en boca de quienes las pronuncian. En definitiva, estamos ante una película fallida que no ha podido ser bien resuelta. N. S.