Hay un Rufus Wainwraight que escribe y canta pop, otro que compone óperas, y un tercero que confecciona artefactos sonoros de difícil taxonomía, como el disco Take All My Loves 9 Shakespeare Sonnets, que grabó hace cuatro años. Pero esa trinidad no deja de ser una, por más que a los exégetas les cueste asimilarlo. Dejemos la ópera a un lado, pero el resto de su trabajo, con más o menos adornos, sigue una línea clara y precisa: la del dandi perversamente cautivador que echa mano de cuantos recursos sonoros tiene a su alcance para facturar canciones. Recientemente Rufus ha publicado Unfollow The Rules, que ha sido calificado como su primer álbum pop desde que publicó Out Of The Game, en 2012. Es más: hay opiniones coincidentes en que Unfollow The Rules engarza con sus primeras producciones. Bien, asumamos que se trata de una apuesta, con dirección de Mitchell Froom, tal vez menos barroca que sus obras más recientes, pero vibra en ella el espíritu y el cuerpo del autor. ¿Exuberancia doméstica? Podría ser. Quizá de ahí esa pieza dedicada a su esposo, Jörn Jörn Weisbrodt (Peaceful Afternoon), donde canta “entre el sexo y la muerte y tratando de mantener limpia la cocina”. Hay también una canción escrita pensando en Joni Mitchel (por lo que supuestamente debería participar del sonido Laurel Canyon), otra brindada a su hija, enormes baladas, gozosos arrebatos, ambientes del pop

francés de los años 60, búsquedas experimentales y tratamientos electrónicos. Rufus Wainwright en estado puro, vaya. Podremos decantarnos, según gustos y manías, hacia el cantor de los tiempos pretéritos o hacia el intérprete más próximo, pero su pop participa, antes y después, del gran cabaret de entre siglos (XX y XXI). Rufus traza sus propias reglas, y es arriesgado pretender distinguir entre lo que le gusta y lo que quiere hacer. Y, clasificaciones al margen, Unfollow The Rules es un gran disco.

★★★★

BMG

Neil Young

Homeground

★★★★

Reprise/ Warner

Neil Young buscó un corazón de oro, lo encontró en la actriz Carrie Snodgress, y un día el oro se transformó en plomo. De esa piedra filosofal a la inversa nació el disco Homeground, registrado en 1974 y 1975 e inédito como conjunto hasta ahora por deseo expreso de su autor. Puede que no todo el repertorio brille con igual intensidad, pero globalmente es una apuesta excelente. Tanto que algunas de sus canciones fueron regrabadas individualmente en sucesivos álbumes de Neil.

Hailu Mergia

Yene Mircha

★★★★

Awesome Tapes From Africa / Everlasting

Sabemos que Mulatu Astatke es el rey del mambo del etiojazz, pero su compatriota Hailu Mergia no le va a la zaga, aunque su fama sea menor. También su carrera ha sido más irregular (residente en Washinton, trabajó de taxista varios años en esa ciudad). Teclista y acordeonista, Hailu reformula lo etíope hasta casi diluirlo en un excelente mosaico detallista de funk, rock, reggae y, sobre todo, jazz. Yene Mircha es una delicia, y los arreglos y desarrollo de Shemendefer, todo un paradigma.

Laraaji

Sun Piano

★★★

All Saints Records / Music As Usual

Este disco es el primero de una trilogía que Laraji, gurú de la música ambiental (colaboró con Brian Eno en Ambient 3: Day Of Radiance), tiene previsto completar. Grabado en una iglesia de Brooklyn, significa el regreso de Larraji al piano, después de tres décadas de dedicación a otros instrumentos. Se trata de una colección de piezas improvisadas, más escoradas al jazz que a la llamada new age. Puede que no sea su trabajo más esencial, pero es atractivamente expansivo.