Seis horas de música, seis, ofreció el viernes Pirineos Sur, en una velada titulada Viva London!, que congregó en Lanuza a varios miles de espectadores de una media de edad raramente vista en el festival. Media a la baja, aclaro. Es un detalle gozoso, pues si esa tendencia sigue significaría que Pirineos Sur empieza a asumir nuevas generaciones de aficionados, asegurándose la continuidad.

Cierto es que la mencionada velada, cuya intención era mostrar el pulso sonoro de una de las ciudades que renuevan continuamente la historia de la música popular, tenía como estrella principal a ese grupo cuyo éxito se explica, como argumentaría el gran filósofo y franciscano William of Ockham, por el camino más sencillo, o bien por una vía aún no descubierta, por oráculos, brujos, adivinadores varios o el mismísimo Sherlock Holmes: Crystal Fighters.

Liderado por Sebastián Pringle, un tipo que viste como un chamán andino con ropajes comprados en Primark, y que lanza mensajes neohipis como un libro parlante de autoayuda, Crystal Fighters es una formación cuyo trabajo es definido muy generosamente por algunos como folktrónica, pero que en realidad es un batiburrillo, bastante patillero, de sonidos masticables. No les engaño si les digo que ofrece una combinación de música de Parchís puesta al día, espectáculo infantil de EuroDisney, retazos de manuchaísmo petardo a lo anglosajón, píldoras pop de efecto placebo y todo lo que se les ocurra en esa línea. Pero, oiga, triunfa y triunfa (este verano se está pateando gran parte de los festivales españoles) y llena recintos. Con viejas piezas y casi media docena de canciones de Everything Is My Family armó su repertorio en Lanuza.

Tal vez en el fondo haya que agradecer su presencia en Pirineos Sur porque es probable que su tirón permitiese programar el resto de los artistas de Viva London!: unos espléndidos United Vibrations, una arrebatadora Family Atlántica y una breve pero intensa sesión de grime a cargo Elijah & Skilliam, dos de sus dos renovadores más notables.

United Vibrations actuó a las ocho y media de la tarde, con un sol de justicia y escaso público (luego se animó la cosa), detalle que tal deba de servir de reflexión para replantear esas largas noches temáticas que Pirineos Sur inició el año pasado. ¿Tal vez comenzar más tarde y con tres grupos en vez de cuatro? No sé; pero sí tengo claro que subir a un escenario a United Vibrations a las ocho y media de tarde no es lo mejor para el grupo ni para los espectadores que se lo perdieron.

Lo de estos tipos es una hermosa conjunción de jazz be bop y post, ráfagas de afrobeat, arrebatos de arty-rock, pulsaciones funk, meneos drum’n’bass... Mas no se crea que esas referencias dan como resultado una macedonia gruesa y de sabor indefinido, no: en United Vibrations prima el detalle, los juegos sonoros, los intercambios de códigos y un soberbio encaje rítmico. Un ejemplo: hay piezas en las que cada instrumento aborda un patrón diferente, pero el resultado es de una unidad tan rigurosa como atractiva. El suyo, pese a las mencionadas circunstancias, fue un gran concierto, en el que sonó alguna composición de The Myth Of The Golden Ratio, su disco más reciente.

Family Atlantica, por su parte, es la traslación sonora de eso que el sociólogo Paul Gilroy llama Atlántico negro: un espacio simbólico que atraviesa varios continentes, que une África, las Américas y el Caribe y llega hasta Europa; un espacio identitario transnacional habitado por descendientes africanos del nuevo mundo. Pero sobre esta teoría, la formación generada en torno a la cantante venezolana Luzmika Zerpa, el multiinstrumentista londinense Jack Yglesias y el percusionista Kwame, con orígenes en Nigeria y Ghana, organiza un universo en el que lo africano se lía con lo tropical en una vía láctea sonora repleta de jazz, calipso, afrobeat, jazz, psicodelia, funk, son cubano... Canciones como Cacao, Enjera (en la que invitaron a participar a sus amigos de United Vibrations, Puerta y Okoroba, todas ellas de Cosmic Unity, su segundo álbum, y otras piezas como Joropo, Manicero, Cumbacutiri y Tonada de luna llena dieron forma a un repertorio resuelto con mucho garbo, sentido y energía.

Y cerrando, los mencionados Elijah & Skiliam, ajustados, entretenidos y contundentes. London calling!