DIRECTORES Andrew Adamson, Kelly Asbury y Conrad Vernon

PAIS EEUU AÑO 2004

CINES Augusta, Cervantes, Palafox-Las salas, Renoir, Warner

Ser ogro mola, al menos en el fantasioso mundo de los dibujos animados. Esa era la moraleja de Shrek y los responsables de su excelente continuación no pretenden desmentirlo en ningún momento. Como muestra, el final de Shrek 2 .

Pero no adelantemos acontecimientos. La cinta inicia su andadura allí donde concluía la primera, es decir, con el orondo ogro Shrek llegando a sus posesiones --la casa de la ciénaga-- con la mujer de su vida, aquella princesa encantada que en realidad tenía también la misma apariencia verdosa de ogro.

Como princesa que es, deben celebrarse las bodas reales. Y Shrek, a regañadientes, sabe que no pinta nada en el mundo de los llamados normales, acepta acudir al palacio de los padres de su mujer. Es entonces cuando los mundos chocan.

Shrek 2 ha necesitado del esfuerzo de tres realizadores, Andrew Adamson, responsable del anterior filme; Kelly Asbury, director de Spirit, y Conrad Vernon, nuevo en estas lides aunque había trabajado en la producción de anteriores propuestas digitales de DreamWorks.

O unificaron muy bien los criterios o sólo uno de los tres, presumiblemente Adamson dadas las similitudes plásticas y narrativas con Shrek, marcó la línea y tomó las riendas finales de la realización, ya que el resultado es de portentosa homogeneidad.

A Shrek, Fiona y el asno parlanchín se les une el chulesco gato con botas al que pone voz Antonio Banderas. La cadencia de gags y referencias es modélica, destacando la sátira sobre los programas televisivos centrados en las actividades de la policía o la gran parodia, con Pinocho de protagonista, de Misión: imposible . Por citar, hasta aparece un remedo en clave bucanera de Tom Waits, tocando el piano en un destartalado bar, y un guiño a De aquí a la eternidad en el que la pareja de ogros rememora el apasionado abrazo de Burt Lancaster y Deborah Kerr en la playa, lo que es todo un elogio a la integración.