Ha acumulado premios y elogios gracias a su segunda película, The Rider, sin duda uno de los fenómenos cinematográficos del último año. En ella, destruye las barreras que separan documental y ficción para retratar a un vaquero que, de repente, se ve imposibilitado para seguir haciendo aquello que da sentido a su existencia: subirse al caballo.

-¿Por qué decidió hacer una película ambientada en el mundo de los cowboys y los rodeos?

-Durante el rodaje de mi ópera prima, Songs by Brothers Taught Me (2015), entré en contacto con la reserva india de Pine Ridge, en Dakota del Sur. Allí descubrí que muchos cowboys eran nativos americanos; en otras palabras, vaqueros indios. Nunca imaginé que una contradicción así fuera posible. También descubrí que la auténtica cultura del cowboy no tiene nada que ver con la versión fantasiosa y romantizada que nos venden las películas y la música country, y por eso me pareció interesante hacer una película sobre ella.

-Usted nació en Pekín, se educó en Londres y ha vivido en Nueva York. ¿Por qué alguien que ha crecido en grandes ciudades decide irse a lo más remoto de la américa profunda para hace sus películas?

-Diría que precisamente por eso. Siento que el mundo va excesivamente rápido, incluso en la China rural. Pero en la reserva de Pine Ridge el tiempo parece detenido. Si paseas por la zona es perfectamente posible que te encuentres un hueso de animal antiguo o una punta de flecha. Llegó un momento de mi vida en el que sentí que eso era precisamente lo que necesitaba.

-En ese sentido, ¿podría considerarse The Rider como una elegía por un modo de vida en vías de extinción?

-Supongo que algo de eso hay. Los personajes de mi película se ven atrapados en medio de un complejo conflicto entre al azote de la modernidad y un modo de vida que quizá no esté condenado a desaparecer pero sí deberá reinventarse. Y eso les plantea un dilema existencial tremendo: cuando entra en crisis aquello que da sentido a tu existencia y te otorga tu identidad misma, ¿qué te queda?

-Como Songs by Brothers Taught Me, The Rider también se centra en un protagonista masculino y se dedica a explorar una forma de masculinidad. ¿Es casualidad?

-Me interesa usar mi mirada femenina para retratar personajes masculinos, y así subvertir estereotipos sobre lo que significa ser un hombre. Me parece importante decirles a los chicos que ser vulnerable no tiene nada de malo, que para ser un héroe no hace falta ser un tipo duro, y que está bien que los hombres lloren. Creo que esa actitud sirve para acercar a hombres y mujeres en lugar de enfrentarlos, y por tanto es muy feminista.

-¿De qué manera diría que su condición de outsider afectó al retrato que The Rider ofrece?

-No sé muy bien qué significa ser un outsider. Por ejemplo, yo me marché de Pekín a los 14 años, y por tanto no me siento autorizada a contar la historia de alguien que vive actualmente en esa ciudad. Cierto, yo no estoy familiarizada con los westerns, habré visto tres en mi vida como mucho. Pero ese desconocimiento significa que no tengo ningún prejuicio sobre cómo el cowboy debería ser y comportarse.