Una veintena de mujeres en el escenario de la sala Mozart con el abanico rojo que sirve para reivindicar una mayor presencia de mujeres en el mundo del cine fue la imagen final de la gala de entrega de los premios Simón que tuvo lugar ayer. Fue una fiesta femenina y, sobre todo, feminista, ya que el equipo que organizó la gala de la Academia del Cine Aragonés tenía mayoritariamente nombre de mujer, la presentadora fue Amor Pérez, se recordaron los nombres de grandes cineastas silenciadas por su género y también los de las actuales que día a día luchan por hacerse un hueco en la profesión. Y, sobre todo, la mitad de los galardones fueron para ellas. «Las mujeres somos cine», fue la frase final; un discurso que se repitió a lo largo de toda la noche con la idea de de que la igualdad, tanto en el cine como en la sociedad en general, sea real porque «hay que poner a la mujer en el centro de las historias».

Pero se trataba de premiar historias y ahí, Los hombres de verdad no lloran, de Lucas Castán, se llevó dos Simón, el de mejor cortometraje, y el de mejor guión. «El mejor premio fue el día que reuní a mi equipo para contar una historia muy personal», reconoció el director sobre este trabajo que gira en torno a un niño que no puede practicar hockey sobre hielo y los intentos de su padre porque cumpla sus sueños.

Castán se llevó dos premios, pero el corto de una mujer, Gala Gracia, El color de la sed, se llevó tres, el de mejor dirección, el de mejor fotografía (Daniel Vergara) y el de mejor producción (Estela Rasal). Gracia, muy emocionada, reconoció que fue «un rodaje muy difícil, ya que tuve que dirigir animales» y dedicó el premio a su equipo y a todos los ganaderos que le ayudaron. Y es que su trabajo gira en torno a un ganadero que ve cómo su rebaño desmejora día a día por una dura sequía.

El premio a mejor documental fue para Buscando a Djeneba, de José Manuel Herráiz, que dedicó su Simón a las protagonistasfemeninas y que, sobre todo, pidió un distribuidor para «que podais ver mi película, porque solo así el premio será completo».

También se llevó dos Simón 11D Una mañana de invierno, el de mejor montaje (Antonio Hurtado) y el de mejor vestuario (Ana Sanagustín). La categoría especial (mejor maquillaje y peluquería) fue para Ana Bruned por Las pesadillas de Cajal. Y el galardón a mejor interpretación, para Carmen Gutiérrez, por Grupo 2 Homicidios. La actriz, que se fue hace 25 años a Madrid para poder ser actriz y se «congratuló de cómo han cambiado las cosas en Zaragoza», una ciudad en la que «hay mucho talento».

Hubo muchos aplausos durante la noche, pero dos de los más sonoros y duraderos fueron para Gemma Cuervo, embajadora de la Academia; y Gabriel Latorre, que recogió el Simón de Honor de manos de la actriz María José Moreno (el año pasado fue al revés). Emocionado, Latorre recordó que la primera vez que se puso delante de una cámara fue rodando Cajal con José María Forqué, después llegaron otras películas y la llamada de Trueba para El año de las luces. El actor, que ha trabajado con los mejores realizadores españoles, señaló que en su carrera tenía «poquitos papeles en Aragón». Y dedicó su premio a Santiago Fuster, a Santiago Meléndez y «a mis padres, que siempre me apoyaron para que pudiera cumplir mi sueño», un sueño que hoy tienen muchos aragoneses y aragonesas, sin distinción de género.