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Bailando la vida

Richard Loncraine

Bailando la vida mezcla insípido humor grueso con intentos flagrantes de tocarnos la fibra mientras contempla a un grupo de sesentones que, con la ayuda de varios números de baile más bien anodinos, ponen buena cara a los reveses derivados de la edad. También nos ofrece clichés típicos en todo remedo de la saga del Hotel Marigold -un personaje que recupera la joie de vivre- y varias referencias pop más bien caducadas. La torpeza de la película al menos ilustra la pertinencia de su mensaje: la gente mayor merece que se la trate mejor. NANDO SALVÀ