Arribilax sucutubi connecticut no es un error tipográfico, es la letra de una de las canciones de Santi Ibarretxe, que toca hoy en Las Armas, a las 22.00 horas, en un concierto en el que colabora Carmen París. Tras sacar Primital en 2004 y Primital Bells en 2009, Ibarretxe presenta en Zaragoza su tercer trabajo, Primital Trek, donde sigue interpretando su peculiar estilo musical caracterizado por letras ininteligibles y una fusión ecléctica de estilos.

—¿Cómo definiría el concepto ‘primital’?

—Primital es un concepto artístico donde lo teatral impregna las diversas formas de usar la voz, la peculiaridad de Primital es la gama de registros vocales tan variados que piden a su vez un acompañamientos musical igual de variado. Es una punta hacia la libertad del ser humano, la liberación de las formas y de lo estable. Va más allá de lo puramente musical. Ir a un concierto es una experiencia impresionante, una llamada de expansión a la libertad y la alegría interior.

—Han pasado ocho años desde su último disco ‘Primital Bells’.

—Yo compongo los temas y muevo a la gente, ya que Primital no me da para vivir he tenido que ir haciéndolo poco a poco en mis ratos libres. Soy muy exigente a la hora de componer, así que tardo mucho en dar con el sonido adecuado. Además tengo que arreglar, grabar, mezclar y remasterizar.

—Su nuevo disco ‘Primital Trek’ está sumergido en una atmósfera espacial y cósmica.

—Al principio el disco iba titularse Primital Tres, pero cambié la ‘s’ por una ‘k’. Me gustó la idea y me puse a impregnar el disco con ese ambiente galáctico. Tengo bastante vocación galáctica y aérea, siempre que sea extraterrena. Somos humanos, pero también somos extraterrestres. Soy expansivo, me gusta volar, y por eso hago música que me provoque ese sentimiento de salir del cuerpo.

—¿Cómo se componen canciones en un idioma que no existe?

—Escuchando lo que tengo dentro de una manera muy poco mental, sacándolo, haciéndolo notas y empezando a darle forma con total libertad. Sin venderse al formalismo, sin intentar agradar a nadie, sin parecerse a nada. A veces las letras las imprime una onomatopeya que me mola, por ejemplo, ‘Arribilax sucutubi, Connecticut’ y sigo por ahí, le pongo un bajo, un ritmo, una armonía… Lo vas desarrollando mientras tiras del hilo. Hago compás tras compás sin saber muy bien a donde va a llegar, solo sé que quiero mantener esa sensación de frescura, sin concesiones al gusto popular.

—¿Podría alguien que no fuese Santi Ibarretxe hacer música ‘primital’?

—Si claro, solo que no sería lo mismo, siempre me han dicho que tengo algo particular en mi faceta vocal. Todo lo que se hace en primital está arreglado hasta la última nota. Eso sí, hay muchas partes de improvisación, sobretodo en solos de saxo y guitarra. Siempre que alguien intenta clasificar mi música le tengo que explicar que a pesar de que parezcan diferentes temas hay un concepto artístico que los une, el tratamiento teatral de la voz. Cada canción tiene un enfoque vocal diferente. Soy de alguna manera un imitador, me interesa poner voces: voz de vieja, voz de loro, voz de demente... Cada una de esas maneras de cantar te van llamando y te van inspirando a sacar diferentes estilos.

—Escuchando su música, uno tiene la sensación de estar escuchando en bucle la parte operística de ‘Bohemian Rapsody’ de Queen.

—Me lo han dicho alguna vez. Tengo 52 años y afortunadamente he escuchado música de calidad. He escuchado de todo, Los Beatles, jazz, música clásica, flamenco, y eso se nota en el disco. Como dijo Javier Cansado, los tres discos de Primital recogen toda la música occidental sintetizada, el resto de música del mundo podría desaparecer y seguiría quedando un vestigio de ella. He escuchado un poco de todo, pero mis mayores exponentes podrían ser grupos rock como Boston, Los Beatles, también compositores clásicos como Bela Bartok, y en general la música lounge y muchos saxofonistas.