«No empiezas y acabas la música sino que tienes que empezar, transcurrir y acabar. Y todo dentro del timing que te marca la propia película». En la banda sonora de una película todo está medido y eso es algo que hay que tener muy claro. Así lo explica el director Miquel Rodrigo que valora que se trabaja «con la claqueta y todo va ligado a una métrica que tiene que ser extremadamente perfecta». Una prueba de ello se vivió ayer en la sala Mozart del Auditorio donde Rodrigo dirigió a la Orquesta Sinfónica Ciudad de Zaragoza en la grabación de la banda sonora de la segunda película de Ignacio Estaregui, Miau.

Una música compuesta por el aragonés Luis Giménez, que no se quiso perder ni un detalle de la grabación, para la que Rodrigo solo tiene alabanzas: «Hay muchas cosas destacables. Hay que tener en cuenta -asevera el director de orquesta- que la película ni es una comedia exagerada ni un drama y por eso la música tiene un balance muy hermoso entre sus diferentes gags».

Alrededor de 40 escenas

La jornada de ayer fue intensiva ya que desde primera hora de la mañana alrededor de 30 instrumentistas de la orquesta comenzaron a grabar y, tras un breve descanso matinal y parar una hora a comer, prosiguieron durante toda la tarde. «Hay alrededor de 40 escenas con apuntes musicales de las cuales con orquesta grabamos unas 24 y, en ellos, hay momentos de ternura, de sarcasmo intenso y muchas veces estamos siguiendo la música con la imagen para poder reflejar ciertos sentimientos más acordes con la imagen», señala el director de orquesta forjado precisamente en música para cine (de hecho, recibió la Medalla de oro de la Mostra de Cine del Mediterráneo que se celebra en Valencia cada año).

Sobre la forma de trabajar en este ámbito, Rodrigo da unas pequeñas claves del proceso: «Al principio, cuando nos pasan la partitura no tenemos una referencia audiovisual, claro, pero ahora que ya está rodada, lo que hacemos es que si grabamos un bloque, que pueden ser largos o muy cortos, hay música hasta para apenas 10 segundos, muchas veces lo contrastamos con la toma de imagen». Y es que, razona Miquel Rodrigo, casi siempre es necesario ver la escena para comprender qué se necesita exactamente de la música en un determinado instante: «Hay veces que si viene un susto o un grito ese final de la nota de la orquesta tiene que ser más violento que como lo interpretas si a lo mejor solo lo ves escrito. Es decir, la imagen te empuja a casar eso con la imagen. Trabajar en música para cine es algo de especialista, muy específico».

Y es que, «a diferencia de la música sinfónica que puede desencadenar en momentos de dejarse llevar, tanto al director como a los músicos, por esas melodías, aquí no lo puedes hacer, hay que hacerlo exactamente igual que lo que te piden. Hay un reloj que va marcando el tiempo y que hay que seguir estrictamente».

Un pequeño hito histórico

Es la primera vez en la historia que es una sinfónica aragonesa la encargada de grabar la banda sonora de una película en lo que es un paso más en la vida de la misma que este año se ha estrenado como orquesta residente del Auditorio: «Es una orquesta en una progresión muy positiva -desliza Rodrigo-. Yo trabajo muy a gusto con ella, es mayoritariamente gente muy joven, buenos profesionales, con buena disciplina y con muchas ganas de tirar del proyecto para adelante».

Y, sobre todo, es un proyecto aragonés, algo que también destaca el director: «Es algo que tenemos que potenciar, este proyecto es en su totalidad aragonés, con su orquesta de aquí, el equipo de grabación que es el estudio del Ayuntamiento de Zaragoza (de hecho, la grabación proseguirá hoy en el Laboratorio Audiovisual ubicado en el Centro de Historias) y en la sala Mozart donde se graba excelentemente bien. Es una gozada. Se trabaja más rápido porque por la tecnología no necesitas ser tan técnico ya que la sala ayuda mucho en las resonancias y en el envoltorio de las atmósferas».

El director, aunque no quiere desvelar mucho, sí explica, «a modo de espía», bromea, algo sobre la película (Miau): «Por las tomas que llevo vistas, creo que está muy bonita. Y es más, te diré que como proyecto aragonés es muy interesante, que tengamos en cuenta que Aragón es una gran potencia que hay que poner en valor», concluye justo antes de volver a entrar a la sala Mozart a seguir con la grabación de la banda sonora.