El director australiano Julius Avery ha pasado de rodar una película de medio-bajo presupuesto a ponerse a los mandos de la hazaña bélica sobrenatural Overlord, de 38 millones de dólares. ¿Vértigo? «Un poco», reconoció en Sitges, donde la película, que llega hoy nuestros cines, tuvo la première europea. «Hay más dinero invertido, mucho más en juego. Pero al final los principios del trabajo son los mismos: una cámara, unos actores, una habitación. Eso es todo».

Tanto como todo, todo, tampoco. En Overlord hay un electrizante accidente de avión, un salto en paracaídas en visión subjetiva, explosiones impecables, experimentos genéticos que acaban fatal… Los nazis de esta segunda guerra mundial juegan con seres humanos para crear el ejército definitivo, uno que dure mil años. «De acuerdo, nunca antes había trabajado con efectos especiales de maquillaje», admitió Avery. «Fue guay. Esos momentos con tipos que se quedan sin media cara, o que caen y se parten el cuello, los hicimos siempre con efectos prácticos. Me gusta hacerlo todo lo más táctil posible. ¿Cómo queremos que un actor reaccione con horror a una cara llena de puntitos blancos?».

«¡Totalmente! Esa es la cuestión», apuntó, a su lado, el actor Wyatt Russell (hijo de Kurt Russell y Goldie Hawn), que encarna al curtido coronel Ford. «No es fácil hacer como que temes algo cuando no sabes realmente qué es. Es más fácil si puedes verlo y tocarlo». Así es como se hicieron las cosas en el cine fantástico de los 80, al que Avery tiene en un altar. Pero por encima de James Cameron, Steven Spielberg o John Carpenter, está su abuelo: «Fue mi principal referente. Luchó en la segunda guerra mundial, en la campaña en África del Norte. Cuando iba a su casa de niño solía darle la paliza para que me contase historias y repasaba todas sus fotos. Desde muy joven, se me metió en la cabeza hacer un filme bélico, aunque fuese tan chalado como este». Y quédense con la cara de Russell, llamado a ser una estrella. En estos años ha estado en racha, encadenando celebradas cintas indies como Todos queremos algo e Ingrid goes West, el fabuloso episodio Playtesting de Black mirror y la aplaudida serie Lodge 49 (AMC), cuyo protagonista es el polo opuesto del coronel Ford: un surfero algo vago, Dud, en busca de un sentido para su vida.