Fascinante espectáculo el ofertado el sábado pasado en la segunda jornada del festival Pirineos Sur. La entrega de los músicos y el entusiasmo de los espectadores (alrededor de 1.700) pudieron más que el frío y la lluvia intermitente que nos deparó el Auditorio Natural de Lanuza. Tango siglo XXI se llamaba la propuesta, que reunió en el escenario al violinista Javier Casalla, al cantante Cristóbal Repetto, a la vocalista Adriana Varela y a Bajofondo Tango Club, proyecto con el que colaboran los tres citados artistas y que lideran el argentino Gustavo Santaolalla y el uruguayo Juan Campodónico.

Abrió la noche Javier Casalla, con Campodónico disparando bases desde el ordenador, para demostrar que tanto, con el violín convencional como con el curioso violín-corneta, su quehacer trasciende una impecable técnica y arrebata. Cristóbal Repetto siguió turno, con tres guitarristas y las aportaciones de Casalla.

INCUNABLES DEL TANGO

Repetto tiene 24 años y es todo un fenómeno: su voz, que trae los ecos de Ignacio Corsini, el tanguista que formó con Gardel y Malgadi la exuberante trinidad del género, parece sacada de un gramófono. Pero Repetto no reconstruye el estereotipo; sencillamente está inmerso en él. Es decir: canta así. Canta un completo repertorio de incunables del tango. Increíble.

Adriana Varela le tomó el relevo en el escenario. Su voz de arena emana sensualidad y te arrastra por abismos de pasión, con títulos como Mano a mano, Malena, Como dos extraños ... Adriana es el tango hecho carne. Carne de pecado. Y alma de un arrabal universal que apuñala las emociones. Adriana es tango transformado en blues.

Y de cierre, Bajofondo Tango Club, que el año pasado hizo en solitario su presentación europea en Pirineos Sur, una actuación que revalidó y superó el sábado. Santaolalla sostiene que Bajofondo quiere hacer la música urbana del Río de la Plata del siglo XXI, y vaya si lo logra. Tango y milonga se engarzan con los latidos electrónicos, organizando un todo que se coloca por encima de los géneros sin que las partes del conjunto pierdan identidad. Su salón de baile es una discoteca global que levanta boinas y expande los sentidos.