Lo más apropiado para festejar San Isidro, patrón de Madrid, fueron los bueyes que se lidiaron ayer en Las Ventas, aunque en detrimento del espectáculo en el que el animal bravo es parte fundamental. Se lidiaron cuatro toros de Carriquiri, demasiado gordos para su corto esqueleto, blandos y sin raza, noblotes pero sin contenido; y dos sobreros, segundo y quinto, de Ramón Flores, uno manejable y el otro áspero.

Hubo lleno total en una tarde espléndida de clima, pero no de resultados: José Ignacio Uceda Leal: buena estocada (ovación); y pinchazo y estocada (silencio). David Fandila El Fandi : dos pinchazos, estocada y tres descabellos (silencio); y dos pinchazos, metisaca y nuevo pinchazo (silencio). Serafín Marín: dos pinchazos y tres descabellos (silencio); y pinchazo y estocada casi entera tendida (palmas en la despedida).

El ganado fue desesperante para toreros y público. Sólo uno de los sobreros de Ramón Flores pudo haber aliviado en cierto modo la tarde, aunque con la mala suerte de que El Fandi , encargado de lidiarlo, estuvo cohibido, acomplejado y desconfiado.

La tarde no había por donde cogerla, ni pasajes aislados, ni detalles sueltos. Si acaso la estocada de Uceda al que abrió plaza, entrando muy derecho y enterrando el estoque arriba, a pesar del ligero derrame que tuvo el toro, que cayó fulminado.

De Serafín Marín vale destacar su decidida voluntad en los dos toros que tuvo, aunque ninguno de ellos respondió.