La celebración de la gala de entrega de los VII Premios Max de las Artes Escénicas, el pasado lunes en Zaragoza, ha dejado entre las gentes del teatro aragonés y sus responsables políticos un buen sabor de boca, tanto por el desarrollo de la ceremonia como espectáculo --algo que parece que la televisión no consiguió transmitir en toda su dimensión--, como por la proyección que para la ciudad y el propio teatro ha significado la organización de este acontecimiento nacional.

"El espectáculo fue más ágil que en otras ocasiones; se notó la presencia de un director de teatro como Paco Mir, que le dio otro ritmo gracias a la agrupación de los premios en bloques", destaca el director del Centro Dramático de Aragón (CDA), Francisco Ortega.

Por su parte, el hoy director de producción del CDA, José Tricas, que fue antes productor de la compañía Teatro del Temple, en varias ocasiones candidata a los Max --y ganadora del premio al espectáculo revelación el pasado año con Picasso adora la Maar -- también destacaba el montaje: "De todas las que he estado (Bilbao, Valencia, Vigo y Zaragoza), ésta ha sido la más fluida y amena, se han mejorado los planteamientos para hacerla más atractiva, penetrante e influyente para el público"

De igual forma, Rafael Campos, director del Teatro de la Estación, destacaba la labor de Paco Mir en la dirección escénica de la gala: "Supo resolver bien el papelón que tenía, pues una entrega de premios suele ser pesada, pero esta fue simpática y cercana, novedosa y distinta en su concepción". Carlos Martín, de Teatro del Temple, también ponía buena nota "al sentido técnico y estético" del acto, aunque fue algo más crítico con los contenidos, "pues a pesar de las actuaciones de aragoneses, como Berna o Carmen París, creo que faltó más enganche con nuestra tierra y con la difusión de la cultura aragonesa".

Pero todos estos aspectos de entretenimiento, y "el buen rollo" que reinó toda la noche en el ambiente, parece ser que no tuvieron un buen reflejo en la pequeña pantalla, que dejó en el telespectador la sensación de un acto más pesado. De hecho, la gala no se encuentra entre los diez programas más vistos del día. "Está claro que la tele no consiguió reflejar lo que nosotros sentimos en directo por lo que he hablado con la gente", apuntaba Rafa Campos.

Y el viceconsejero de Educación y Cultura, Juan José Vázquez, hacía otra reflexión en este sentido: "Normalmente los actos que se preparan para televisión no suelen funcionar en directo, pero en esta ocasión parece que ha sido al revés, posiblemente por la propia concepción de un director teatral como Mir, que planteó un espectáculo para el momento y el lugar, con un tratamiento del contenido y el espacio a mi entender brillante"

Pero más allá de la propia gala, su celebración se valora como un hecho positivo para la ciudad y de posible revulsivo para la profesión: "El acto da proyección a Zaragoza y que la ciudad apueste por las artes escénicas es importante; aunque no hay que quedarse en esto sino mantener programaciones estables para que la gente se acerque de verdad al teatro", señalaba Esteban Villarrocha, de Teatro Arbolé, candidato al premio revelación con su obra El poeta y Platero" .

Opinión que compartía Rafa Campos, para quien "la situación del teatro aragonés, cualquier acontecimiento que aumente su presencia en la sociedad nos viene bien. Si la gala es un titular de más esfuerzos para los aspectos culturales en Zaragoza, me parece bien".

Quien no tiene dudas sobre la repercusión de la gala es la teniente de alcalde de Cultura, Rosa Borraz, quien aseguraba que la realización de proyectos como la gala de los Max, "nos ayudan a dar la imagen de una ciudad en la que cuando se organizan cosas, éstas salen bien y eso tiene gran repercusión posterior para plantear otras citas, y más cuando, como en este caso ha sido un acto novedoso, diferente y que seguro será un modelo a imitar"