En estas cuatro décadas de títeres las producciones del Teatro Arbolé «han ido mejorando», afirma su gerente, Esteban Villarocha. Muestra de ello son los 43.850 espectadores que han asistido a sus funciones tan solo en la etapa 2018-2019, y los casi 500.000 desde 2008. La nueva temporada se inaugurará el 6 de septiembre, con la gala del 40º aniversario de la compañía y el estreno de Caín de Saramago. Sus objetivos no han cambiado: «Ese concepto de que el teatro para niños y niñas es un ocio inteligente, una manera de pasar el tiempo libre pero con un componente cultural, lúdico, diferente», apunta Villarocha. Pero sí el lugar donde los llevan a cabo, en 2008 se trasladaron al Parque del Agua.

Este año los titriteros han cosechado una media de ocupación más alta que el anterior, el 60%, lo que supone 139 espectadores por representación. Unos datos que cobran incluso más valor al compararlos con el estancamiento de la época de crisis. De hecho, el gerente reconoce que «hay un bajón de espectadores en todo el sector teatral». Gracias a iniciativas como la Campaña de Acceso Universal de la Infancia al Teatro «Arbolé es un enfermo estable», bromea. Iniciativa que ha permitido a 3.718 escolares asistir de forma gratuita a los espectáculos de esta temporada.

Otras cifras llamativas son las 73 compañías con más de 250 artistas que han pasado por el Teatro Arbolé, ya sean aragonesas, nacionales o internacionales. Villarocha reconoce con modestia su orgullo por que su teatro sea un referente a nivel nacional e incluso internacional: «Zaragoza empieza a estar en el mapa en el mundo del teatro para niños». Muestra de ello fue el estreno de la premiada The table, de la prestigiosa compañía británica Blind Summit Theatre dentro del Festival Zaragoza Escena.

Todo lo aprendido en estos 40 años lo recogen y lo ponen al servicio de un premio Nobel de Literatura, José Saramago, con su obra Caín de Saramago, que forma parte de ese 15% de funciones dedicadas a jóvenes y adultos. Esta es una versión del relato del antiguo testamento, «de cómo Caín se enfrenta a Dios diciendo ‘oye por qué me mandas a mí hacer ese tipo de locuras que la Biblia y Dios inventó’», explica el gerente. Un remake de Iñaki Juárez, director artístico del teatro, en «plan jocoso» y que estrenarán con motivo del aniversario. Un día en el teatro es otra de sus apuestas fuertes, una producción con dos generaciones de actores titiriteros que pretenden renovar el repertorio de la compañía. Una función pensada para ser una de las primeras experiencias teatrales de los niños.

En las artes escénicas el verdadero hándicap son los adolescentes: «De niños nos vienen pero hay una franja intermedia que dejan de venir y luego reenganchan», comenta el gerente. Este problema deja las butacas y se cuela en el escenario, ya que otro de sus retos es regenerar la compañía: «Una transición generacional, pero sin echarte, que los viejos podemos seguir enseñando cosas», añade. Por ello, su gala del 40 aniversario es en cierta forma un «auto homenaje».

Una cita en la que el Teatro Arbolé se rodeará de aquellos que siempre han estado ahí, maestros de títeres de toda España. «Grandes artistas, en realidad amigos», que acudirán a reivindicar el oficio del titiritero, que al principio ni existía: «Empezábamos a jugar con los muñecos en torno a la escuela, y poco a poco hemos creado una pequeña industria», rememora Eduardo Villarocha. El gerente también reconoce el papel de otras compañías como los Titiriteros de Binéfar. Un acto que servirá como medio para poner en boga un arte que estaba «marginado»: «Éramos la hermana pobre del teatro y lo hemos dignificado», defiende Villarocha.