La crisis económica causada por la pandemia del coronavirus ha golpeado duramente al mundo de la cultura en todas sus disciplinas. Y las artes escénicas son una de las más afectadas. No solo las compañías se han quedado sin trabajo, sino que algunas de ellas gestionan salas de teatro que también han tenido que cesar su actividad con todo lo que conlleva. El paradigma de todas ellas en Aragón, por las dimensiones de su proyecto, es, sin duda, el Teatro de las Esquinas. Del 13 de marzo al 30 de junio, la sala ha tenido que cancelar 40 funciones de teatro, diez conciertos, la Muestra de Escuelas de Artes Escénicas, las 30 funciones de los alumnos de su escuela, un curso de dramaturgia o dejar de impartir las clases de teatro y música a sus 750 alumnos. Los ingresos han quedado en cero, y sus 47 empleados, amparados en un Erte. Son cifras que dan idea de la magnitud de esta empresa, que que gestionan conjuntamente las compañías Producciones Che y Moche y Teatro del Temple en un equipamiento municipal logrado por concurso.

«La crisis nos llegó cuando estábamos en el mejor momento, teníamos 750 alumnos, el público iba en aumento y la última temporada habíamos llegado a los 60.000 espectadores, teníamos una programación por delante espectacular con Nuria Espert, El Brujo, Edu Soto... y también íbamos a abrir el restaurante después de dos meses cerrado», cuenta María López, gerente de Las Esquinas y también presidenta de la Asociación Aragón Escena (ARES).

«La situación del teatro era radiante, pero el teatro vive al día y en un momento todo se vino abajo, los 47 trabajadores tuvieron que entrar en Erte y los siete socios que somos estamos en el paro como autónomos», recalca Joaquín Murillo, actor y director de Che y Moche.

«Las cifras son importantes para entender la situación -dice Carlos Martín, director del Teatro del Temple-, y entre el canon para lograr la gestión y las mejoras que hemos hecho y a las que nos comprometíamos en el contrato hemos invertido aquí dos millones de euros, que estamos pagando con créditos. Ahora, los ingresos son cero».

El problema, señalan los tres, es que por el momento ninguna institución aragonesa ha planteado medidas excepcionales por la situación creada por la pandemia para el mundo de la cultura. «Bueno, el Gobierno de Aragón ha anunciado un plan para el 2021-2022, pero lo que las empresas culturales demandamos es un plan de choque para este 2020 como el que se ha hecho con el turismo, y que nos permita a todos tener liquidez. Es este periodo en el que ninguna empresa cultural hemos podido generar ingresos y por lo tanto es cuando más necesitamos la ayuda. Sin ese plan de choque muchos no llegaremos vivos al 2021 para recibir esas ayudas», dice Murillo.

Los responsables de Las Esquinas cuentan que en estos meses de parón han dejado de ingresar «entre 350.000 y 400.000 euros», entre la taquilla y las clases, pero aclaran que, «los artistas de teatro se llevan el 70% de la taquilla y los músicos, el 90%, así que en realidad, los ingresos son de unos 132.000 euros, de los que tenemos que pagar a todos los empleados, hacer las mejoras y arreglos en la sala, como los 200.000 euros que hemos invertido en el palco; es decir el 90% va a gastos y queda un 10% para la empresa que es con lo que hacemos frente a los pagos de los meses de julio y agosto en los que no hay actividad; nosotros, los siete socios, vivimos realmente de lo que ingresamos con nuestras compañías teatrales», aseguran.

REUNIÓN CON LA DGA / Así, como apunta María López «si los Erte no se alargan, es muy complicado que sin unas medias excepcionales por parte de las administraciones podamos abrir en septiembre con 47 trabajadores, pues está claro que una vez iniciada la actividad el ritmo no será el mismo, el aforo tampoco y la gente se cortará en venir por miedo. Por eso creemos que es necesaria la complicidad de las instituciones para salvar de la muerte al sector ya que esto no solo nos pasa a nosotros».

Ese dinero que ingresa Las Esquinas, «que no es el que ganamos, como queda claro, es el necesario para mantener el equilibrio de este proyecto de gestión privada con vocación pública y en un equipamiento público municipal», dice Carlos Martín, quien considera que desde el Ayuntamiento de Zaragoza, su otro «socio», deben «entender la situación» a la que se enfrenta un proyecto emblemático en la ciudad que, además, ha obtenido por parte del Ministerio de Cultura el reconocimiento como Espacio de Creación e Investigación, siendo uno de los cuaro únicos que hay en España.

Pero el primer asalto de esta pugna no está en el ayuntamiento, sino en el Gobierno de Aragón, donde los responsables de ARES tienen hoy una reunión para plantear soluciones ante la situación creada en el sector cultural. «Vamos con optimismo, en Europa han dicho que hay dinero; somos una industria que también genera riqueza, el 3% del PIB nacional, y solo queremos que nos traten como a todos», concluye María López.