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Sin amor

Andrei

Zvyagintsev

El cine ruso de los últimos años ha vuelto de nuevo a hacerse duro, tenso, inflexible. El director de Sin amor, Andrei Zvyagintsev, es un magnífico ejemplo de esta tendencia, sin concesiones al mostrar un país a la deriva, pese a su visible ostentación (una simulación democrática, según el cineasta), a partir de personajes y hechos de ficción.

Aquí es la desaparición de un niño mientras sus padres están en plena separación. Muestra tanto la desatención del hijo como la degradación de la pareja. Lo hace con la fuerza visual que Zvyagintsev ya imprimió en sus dos anteriores filmes, que tuvieron buena acogida, Elena y Leviatán. QUIM CASAS