Se cumple un año de la ausencia de Terenci Moix. Y el aniversario tiene sabor a asignatura pendiente. Pocas de las iniciativas que se plantearon tras su muerte han llegado a cumplirse. Sus cenizas aún no han sido trasladadas a Egipto, como él deseaba. Tampoco la fundación que debía reunir íntegro el fruto de su coleccionismo compulsivo es hoy una realidad. Igualmente el Ayuntamiento barcelonés ha demorado la colocación de una placa en la calle en la que nació a causa de un desencuentro en las agendas.

Sólo la reedición de sus libros que preparan Planeta y Seix Barral devuelve a Terenci en su faceta más literaria a ritmo de lento goteo. El próximo 23 de abril, en las librerias podrán encontrarse como novedades la reedición de sus Crónicas italianas , suerte de libro de viaje sentimental y Detrás del arco iris , el libro testimonio que ha escrito el periodista Juan Ramón Iborra.

La culpa de que el traslado de las cenizas a tierras faraónicas no se haya producido es atribuible a la burocracia egipcia. "Allí la incineración está prohibida y estamos tramitando un permiso especial. Pese a mostrarse receptivas, las autoridades egipcias no están demostrando una prisa excesiva", dice su hermana, la escritora Ana María Moix.

Mayor complejidad tiene la concreción de la entidad que debería albergar las colecciones de Terenci, que reúne libros, vídeos, DVD, objetos de cinefilia, carteles y fotografías originales. Recientemente, el legado se repartió entre Ana María Moix --heredera de la biblioteca y los manuscritos del autor-- y la secretaria de Terenci, Inés González, que se quedó con el material relacionado con el cine.

Pese a esta división, ambas convienen en que lo preferible es que las colecciones sigan unidas y abiertas al gran público y la secretaria recalca que no hay ningún tipo de disensión entre ellas. La falta de homogeneidad temática en el legado Terenci es una dificultad añadida a la hora de plantearse su exhibición en un espacio único: "Los materiales son muy heterogéneos: clásicos ingleses, libros sobre Egipto e Italia junto a objetos de culto mitómano". Ana María espera que pese a todo las colecciones no se disgregen.

Consciente de que el gran legado de un autor está en la obra, Ana María Moix se afana también por la recuperación de las obras de Terenci que no han vuelto a reeditarse. Es el caso de Los cómics: arte para el consumo y formas pop, publicado en 1968 y uno de los estudios pioneros en España del tema. El editor y amigo Pere Gimferrer recuerda también la urgencia de rescatar títulos como El sadismo de nuestra infancia.

Capítulo aparte merece la recuperación de su obra dispersa de muy difícil acceso. "Juan Ramon Iborra tiene la intención de recoger su obra periodística tanto la que escribió para revistas como Destino o Fotogramas como las entrevistas que realizó en los programas Más estrellas que en el cielo y Terenci a la fresca", anuncia Ana María, quien también tiene en mente un volumen que recoja las obras de teatro de su hermano y algunos textos inéditos.

Como objetivo más lejano y algo menos perentorio queda la posible publicación de sus Obras completas, una edición definitiva y crítica, "necesaria para fijar los textos de Terenci, que los corregía una y otra vez".