Varios años después de la trágica muerte de su pequeña hija, un fabricante de muñecas y su esposa le dan la bienvenida a su hogar a una monja y a varias niñas de un orfanato cerrado, quienes pronto se convertirán en el blanco de Annabelle, la creación poseída del fabricante que ronda durante toda la película.

Hay pocas cosas menos aterradoras que una muñeca que no habla ni se mueve, de modo que es lógico que esta precuela de un spin-off -Annabelle (2014) se originó a partir de Expediente Warren (2013)- use ese juguete más como introducción a otros demonios más móviles que campan a sus anchas por el viejo orfanato en el que la acción transcurre completamente.

El director David F. Sandberg logra provocar un par de sustos efectivos y cierta atmósfera ominosa gracias a su hábil manejo de las luces y las sombras, pero, en realidad, poco más da: no ofrece ni una historia absorbente, ni presenta personajes atractivos, ni tiene interés alguno en desviarse lo más mínimo del camino hacia la resolución más previsible. N. S.

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Annabelle 2: la creación

David. F.

Sandberg