Los lectores de Stephen King vuelven a estar de enhorabuena, porque el maestro del terror ha regresado a las librerías.

Lo hace con una excelente novela, El instituto, editada por PLaza&Janés con una buena presentación y traducción, como ciertamente merecía su texto. Que se centra, en líneas generales, en algunos fenómenos de la mente ciertamente apasionantes, y que han apasionado al autor desde casi el comienzo de su carrera: la telepatía y la telegénesis. Fundamentalmente, esto es, la capacidad de transmitir el pensamiento y de mover objetos sin tocarlos, con la sola fuerza de la mente. King se aproximará asimismo al fenómeno de la prescencia, o conocimiento predictivo, previo y certero de las cosas que van a ocurrir... Adivinación del futuro en estado mental, puro.

Los personajes que atesoran tales características son todos ellos y ellas, niños. Adolescentes, todo lo mas. Individuos muy jóvenes que desde su más tierna infancia se han visto condicionados, para lo bueno y para lo malo, por una capacidad intelectual muy superior a la media. Destacando abismalmente en sus centros escolares, o habiendo sido trasladados a lugares más apropiados para desarrollar su máximo nivel sin sufrir la incomprensión o el bullying.

De esa privilegiada casta de jóvenes cerebros se nutrirá King para elaborar un amplio elenco de personajes.

Todos ellos, dotados de «superpoderes». Todos ellos, capaces de transmitir el pensamiento propio, de leer el pensamiento ajeno o de mover los cubiertos de la mesa sin necesidad de tocarlos. Algunos, los menos, y, por tanto, los más valorados, capaces también, no sólo de presentir, sino de anticipar acontecimientos futuros.

En condiciones normales la mayoría de ellos habrían derivado a Universidades de prestigio o a centros de alto rendimiento, pero en la novela, en El Instituto de King son recluidos, encerrados, sojuzgados en un lugar secreto, donde sus capacidades serán reorientadas a objetivos muy distintos.

A partir de aquí, la novela se orientará hacia reflexiones de orden ético, relacionadas, la mayoría, con intentos históricos de manipulación genética.

La sombra del doctor Mengele y de los nazis, sus vacunas y tratamientos, torturas y chantajes, el sueño de construir una raza dominadora y un nuevo mundo sobrevolarán el Instituto de King como las diabólicas sombras que parecen mover esos hilos.

Al margen de su sentido moral, la novela se lee como todas las de su autor: con gozosa y urgente voracidad, y con la sensación de que lo más horrible está siempre por llegar, para enfrentarse dramáticamente a los héroes.

Poco amigo del enigma, pero sí, y mucho, del suspense, King nos hará gozar y sufrir con los tensos episodios entre los niños y sus carceleros, con su simbólica lucha por la decencia, la humanidad y la libertad.

Una novela ligera y entretenida, pero que se ocupa de temas de fondo, menos divertidos, pero amenazadoramente reales.