Vuelvo a leer, con enorme placer, Tess de los d’Urberville, de Thomas Hardy, felizmente reeditada por Alba Clásica Maior, colección brillantemente dirigida por Luis Magrinyà, con una nueva y cuidada traducción de Catalina Martínez Muñoz.

La gran novela de Hardy conserva íntegramente sus esencias. El tiempo, desde aquellos finales del siglo XIX en que Hardy la escribiera, ha pasado por ella no tanto con benevolencia como con la satisfacción de verse toda una época reflejada en su escritura.

Ciertamente, este maravilloso libro es un fiel reflejo de la época victoriana, en sus múltiples aspectos sociales, económicos, religiosos, sus clases, métodos industriales, con descripciones y estudios del mundo rural y, sobre todo, de la mujer victoriana, materializada en un formidable personaje que acaso representaba y resumía a un arquetipo: Tess.

Hardy no abandona a su personaje en ningún momento. De humilde cuna, nacida en una sencilla familia de campesinos, Tess se dejará arrastrar por los ecos supuestamente aristocráticos de su antiguo apellido y tratará de ascender socialmente, a base de ir anudando relaciones con caballeros bien situados a los que seduce con su belleza y simpatía.

Pronto, sin embargo, más que en los resultados prácticos o en las consecuencias sociales, incluso penales, del matrimonio y del amor, el autor se centrará en el estudio de las pasiones, y será ahí, en las dudas e inclinaciones de Tess, en el comportamiento de sus admiradores y amantes, en sus soledades y esperanzas donde se abrirán puertas a futuros desarrollos de la novela moderna, proponiendo matices mucho más ricos que los viejos estándares de las novelas decimonónicas mal entendidas, esto es, las puramente melodramáticas.

Con Ana Karenina, Enma Bovary y nuestra Regenta, Tess erige su formidable alma al contraluz de una época de prosperidad y represión. Socialmente, en aquella Inglaterra embocada a una segunda revolución industrial, la mujer no existía. Por eso la apuesta de Hardy es doblemente valiosa, atacando la doble e hipócrita moral de una Inglaterra que privaba a sus hijas de los derechos elementales, condenándolas a duros y mal remunerados trabajos (Tess era lechera, recolectora e hilandera).

Una novela prodigiosa, enternecedora y documental.