En 2004 la sede del antiguo Centro Mercantil, Industrial y Agrícola fue declarada Bien de Interés Cultural Aragonés por tratarse de una obra representativa del Modernismo. El calificativo de modernista acompaña al edificio en la mayoría de los estudios; los hay también que plantean matizaciones a esa adscripción general, como es el caso del realizado por José Antonio Lorente, por entender que se debe a la decoración floral de la fachada del edificio y no a su composición general. Aunque según Javier Delgado el repertorio de flores además de ecléctico, como la arquitectura de Francisco Albiñana (Zaragoza, 1882-1936) responsable de la remodelación del edificio en 1912, es tradicional y clásico: de las 17 flores representadas, sólo tres son propiamente modernistas, el tulipán, el castaño de Indias y el girasol.

La mayoría de los autores señalan que Albiñana fue el responsable de la reforma, también de los diseños florales de la fachada y de su distribución. ¿Correspondió a Dionisio Lasuén (La Muela, 1850-Zaragoza, 1916) la tarea de dirigir y coordinar esos trabajos? La pregunta se deriva del documento según el cual la Junta Directiva del Centro nombró en 1913 asesor de las obras al socio Lasuén que, en principio, se opuso por considerar que el arquitecto era el que debía dirigir si bien, aclaró, que «para que los artistas decoradores puedan hacer bien sus trabajos, es necesario que el Sr. Arquitecto dé los diseños en tamaño natural para que no pueda haber malas interpretaciones». No existen más documentos por lo que hay quienes interpretan que la respuesta de Lasuén fue la de aconsejar exclusivamente, y quienes consideran, como Lorente, la posibilidad de que Lasuén sea el responsable de la exuberante «carnosidad vegetal» de la fachada del Casino, tan plana y esquemática.

Ya en su libro El Centro Mercantil de Zaragoza 1909-1935 (1985), Jesús Martínez Verón y José Luis Rivas Gimeno anotaron la rigidez estructural de la fachada, debido a la decadencia formal del Modernismo y a la inexperiencia del arquitecto; un envaramiento que la riqueza decorativa no podía disimular. Pues aunque la fachada ha sufrido transformaciones importantes, como el derribo del torreón o la apertura de una nueva puerta de acceso, que han desplazado el eje compositivo al centro, muy diferente al diseñado por Albiñana, la remodelación del edificio fue su primera obra; y la última, además, con acento modernista en Zaragoza. Una obra que, no por casualidad, señala el final de una época marcada por el optimismo en la industralización y la confianza ilusionante de la sociedad zaragozana en un futuro que resultó menos prometedor del esperado. No extraña por tanto, como señala Martínez Verón en el catálogo de la exposición Francisco Albiñana 1882-1936. Arquitecto, político e intelectual (2004), comisariada entre otros por Lorente, que en el edificio que iba a ser la sede de la clase burguesa industrial y agrícola de Zaragoza coincidan detalles de cierta modernidad con los clásicos valores tradicionales. Una vez más se impuso la vuelta al orden.

Reforma total

A los dos meses de obtener el título de arquitecto, Francisco Albiñana ganó el concurso para la reforma de la sede del Centro Mercantil, Industrial y Agrícola de Zaragoza el 30 de abril de 1911, con el lema Flora. El proyecto definitivo, que suponía la intervención del edificio entre la fachada al Coso y el salón de fiestas, se presentó en 1912, las obras comenzaron el 23 de enero de 1913 y finalizaron en 1916, aunque la inauguración se celebró en 1914. La complejidad del encargo afectó a la reforma total del antiguo palacio de Juan Coloma (1530) del que se conservaban escasos elementos de su fachada original tras sucesivas reformas en el tiempo. En 1875 el Centro Mercantil, Industrial y Agrícola -fundado en 1858 tras la disolución de la Tertulia del Comercio creada en 1839, y al que en 1871 se sumó el Agrícola-, trasladó su sede al palacio de Coloma que finalmente adquirió en 1909. En 1980 cesó la actividad y el edificio fue vendido. Comenzó entonces la salida de las obras de arte. La entidad financiera Cajalón, hoy Bantierra, adquirió el inmueble que fue restaurado por José María Valero entre 2002 y 2004, y tomó posesión con la fatal intromisión de su logo monumentalizado en lo más alto de la fachada de un edificio declarado. Sin réplicas.

Al poco de inaugurarse en 1914, los principales medios nacionales se hicieron eco de la actividad cultural del Centro. Fueron los mejores años. A partir de 1936 todo cambió, a excepción de las exposiciones de los Pórtico y la colectiva que reunió a Palazuelo, Lara, Lago y Valdivieso, artistas de la galería Buchholz de Madrid, cuyo director gozó de la mayor confianza de los mandatarios nazis. Tiempo de silencios.