TINIEBLAS PARA MIRAR

AUTOR Tomás Eloy Martínez

EDITORIAL Alfaguara

PÁGINAS 168

PRECIO 17 u

Es extraño que Tomás Eloy Martínez se mostrara solo como novelista. Cierto que era un consumado periodista que a menudo recordaba que "informar con llaneza y alinear los hechos en un orden militar es para mí empobrecerlos y deslucirlos". Una de sus pasiones fue enseñar en la Fundación Nuevo Periodismo de su amiguísimo García Márquez, quien afirmó del autor: "Tomás Eloy Martínez es el mejor de todos nosotros".

Para Eloy Martínez "corregir la realidad, transfigurarla o, al menos, disentir de la realidad, es uno de los deseos centrales del narrador. Pero para que la corrección tenga sentido, debe haber una realidad previa pesando, ejerciendo su fuerza de gravedad, sobre la imaginación del narrador: una experiencia de vida, una lectura, algo que lo excita, que lo saca de quicio". Esta sensación perpetua de que su escritura se sitúa en la insistencia de la duda, la incertidumbre y la inestabilidad del género aparece durante todo el libro. Son cuentos pero son también escritos que nacen por contaminación con la realidad, las lecturas, los hechos históricos vividos o las propias novelas que escribió. Es el caso de Tinieblas para mirar, postfacio genial a Santa Evita que juega con el lector entre la farsa inconsistente y la lucidez devastadora. O el homenaje no velado a los mundos de Lewis Carroll y Nabokov que es El Reverendo y las corrientes del aire: "Cuando el Reverendo tomaba conciencia de que todo lo que hicieran o dijeran los personajes resultaba inverosímil, se encogía de hombros pensando que un texto, a medida que se escribe, escribe también su lógica. Si la lógica no está adentro, no aparecerá por ninguna parte". Tinieblas para mirar juega a reinventar imaginarios colectivos, de la mano de uno de los cronistas más lucidos que ha tenido la literatura latinoamericana del siglo XX.