Escribe la medievalista norteamericana Eva Rosenn en su artículo The Discourse of Power: The Lyrics of the Trobairitz: «Manifiestan los límites del poder masculino y de la subordinación femenina, dejando al descubierto la ficción de los trovadores». Bien, se preguntarán ustedes, pero, ¿quiénes son las trobairitz? Pues mujeres de elevada posición social que ejercieron como trovadoras en las Cortes occitanas. Componían, escribían versos, cantaban y recitaban en los siglos XII y XIII, y cuentan que alguna de ellas tuvo mucho predicamento en la Corte de Alfonso X. Las fuentes de información sobre las trobairitz que se conservan no son muy abundantes, pero sí lo suficientes como para hacernos una idea de su trabajo.

El domingo, en la iglesia de Santa María, en Santa cruz de la Serós, dentro del festival En el Camino de Santiago, en el concierto La voz de la mujer medieval ofrecido por el Cuarteto de Urueña pudimos disfrutar del talento de varias de esas trovadoras de alta cuna en un programa que recogió también obras de la abadesa, polígrafa, dramaturga, teóloga y compositora alemana Hildegard von Bingen (1098 - 1179), un prodigio de su época; cantigas de Alfonso X, una obra del Códice de las Huelgas, y una pieza de la poetisa andalusí Umm Al Ala Bint Yusuf, de origen bereber, que vivió en Guadalajara.

El multiinstrumentista y compositor Luis Delgado, que tocó percusiones, trompa marina, zanfona y laúd, y dirige el cotarro; César Carazo, voz y viola de brazo; Jaime Muñoz (axabeba, gayda e instrumentos de viento, y la cantante invitada Henar Álvarez dieron vida al Cuarteto Urueña, quien a su vez insufló vigor al reto sonoro que tenía por delante.

De las trovadoras occitanas perduran muy pocos poemas musicados. A chantar m’er de so qu’eu no volri, de Beatriz de Día, es uno de ellos, pero también llegaron frescos el domingo, con notaciones de Alfonso X y músicas contrafactas, textos de Azalaïs de Porcaraigues, María de Ventadorn y Castelloza. En ellas resonaron brillantes la conjunción instrumental y las voces estupendas de Carazo y Álvarez. Mas no perdamos de vista la solemne espiritualidad del Kirie, de von Bingen, o la brillantez del motete polifónico Ex ilustris, del Códice de las huelgas. Las cantigas (una de ellas en versión instrumental, sonaron en general en todo su esplendor, pero destacó, hermosa y vibrante, la interpretación de una de ellas: Entre Ave y Eva. Fue también el caso de Kulu mehius, el poema de la mencionada Ala Bint Yusuf, puesto en solfa por Luis Delgado.

Esta actuación y las de las formaciones Hespèrion XXI y Angelicata Consort han configurado un refulgente fin de semana musical en el festival, que sigue triunfante su camino. Por cierto: justo es anotar el esfuerzo de llevarlo a cabo pese a la pandemia, y la meticulosidad (desinfección de los espacios, medidas higiénicas para el público) con la que se ha organizado.