Luc Besson ofrece aquí la apoteosis de su descerebrada sensibilidad artística. Valerian es opulenta, caótica, hortera y del todo extenuante. Dos horas y cuarto de metraje embutidas de bestias alienígenas, paisajes deslumbrantes, mundos submarinos, sórdidos tugurios, robots asesinos, misterios sobre razas perdidas y alusiones aturulladas al genocidio y la inmigración. Contemplar a Cara Delevingne metiendo la cabeza dentro de una medusa resulta gratificante; pero aun así, es lamentable que una parte de la atención prestada por Besson a la mera estética no fuera a parar a cosas básicas como un argumento con sentido.