Sin una voz rugiente ni un aura épica, valiéndose de un cancionero que no buscaba abrumar al oyente, sino más bien seducirlo a través de una elegante y sensible excitación, Tom Petty se ganó a pulso una plaza preeminente en la élite del rock americano. Un capital que ya no dará para más después de que un infarto terminara con su vida, a los 66 años, la madrugada del lunes al martes en Los Ángeles.

La noticia fue inesperada y devastadora para sus admiradores de todo el mundo, que a lo largo de esa noche siguieron perplejos una confusa secuencia informativa servida por el portal especializado en noticias de famosos TMZ: el anuncio inicial de su muerte, el desmentido que le situaba en un estado crítico y conectado a sistemas de soporte vital y la confirmación final del fatal desenlace a cargo de su agente. Petty había sido encontrado inconsciente en su casa de Malibú, a unos 50 kilómetros al oeste de Los Ángeles, tras sufrir el ataque cardiaco, y trasladado al centro médico UCLA de Santa Mónica, al que ya llegó sin actividad cerebral. Murió a las 8.40 de la tarde del lunes (5.40 de la madrugada de este martes en España).

La comunidad de Los Ángeles le acogió ya a mediados de los años 70 cuando, buscando oportunidades, dejó su Florida natal acompañado de sus colegas de la banda Mudcrutch, el embrión de Tom Petty & The Heartbreakers. Despuntando, la arrolladora American girl, sobre el contraste entre el sueño americano y la pérdida de la inocencia. You’re gonna get it (1978) y, más todavía, Down the torpedoes (1979) desarrollaron esa primera etapa, cuyos efectos alcanzaron España a través de un éxito, Refugee, vendido como sensación nuevaolera.

En los años 80, sus álbumes se fueron haciendo más adultos y elaborados, alternando en adelante el trabajo en solitario y con The Heartbreakers, y moviéndose entre el cromático Lynne y los trazos más austeros de Rick Rubin, Petty pisó cimas creativas adultas en Into the great wide open (1991, con Learning to fly como bandera) y Wallflowers (1994). En el nuevo milenio, la alianza con su carismática banda de siempre se revitalizó con obras notables como Mojo (2010), que le llevó dos años más tarde a ofrecer algunos conciertos en Europa.