Aragón ya puede volver a presumir de uno de sus tesoros más preciados. Tras casi dos años de espera y andamios, la joya del mudéjar en Utebo ha recuperado de nuevo su esplendor. La inauguración era un acto muy esperado en la localidad, que esperaba volver a dar la bienvenida a su tesoro recuperado. El presidente del Gobierno de Aragón, Marcelino Iglesias, inauguró ayer la restauración, en acto que contó con la asistencia a del viceconsejero de Cultura, Juan José Vázquez; el presidente de la CAI, Fernando Gil; el vicario episcopal, Joaquín Aguilar, y el alcalde del pueblo, Pascual Abós.

Las obras, que han durado poco menos de dos años, han sido financiadas mayoritariamente por el Gobierno de Aragón, además de la aportación del Ayuntamiento de Utebo, la CAI y el Arzobispado. El coste de las mismas ha ascendido a más de 634.000 euros, y la DGA ha aportado casi tres cuartas partes del mismo, 497.319 euros.

Para llevar a cabo una restauración adecuada a la situación de la torre ha sido necesario consolidar la estructura de la misma, eliminar humendades, limpiar las fachadas y reponer unos 4.000 azulejos. No hay que olvidar que se trata de una de las mayores joyas del mudéjar aragonés, que fue declarada Bien de Interés Cultural en el año 1931.

Al frente de la restauración ha estado el arquitecto Jesús Heredia y el encargado de la reconstrucción de las baldosas perdidas ha sido Fernando Malo, un artista que también ha intervenido trabajos de otras torres como la de Ateca o San Gil, e incluso en la fachada mudéjar de la Seo.

PROCESO DE RESTAURACION

El criterio general de la restauración ha sido el respeto a los elementos originarios de la torre y a las aportaciones que se han realizado a la misma a lo largo del tiempo. Por ello, la colocación de los azulejos históricos se ha cuidado especialmente ya que los rehabilitados se consolidaban in situ , mientras que en los huecos dejados por los desaparecidos se colocaban unos nuevos con las mismas tonalidades y figuras.

Si se ha mimado tanto esta parte del proceso es porque la decoración de los azulejos es lo más característico de este monumento. De los 8.700 azulejos que tuvo la torre en el siglo XVI, se han desprendido alrededor de 4.100. Las reposiciones se han construido a partir de los 12 modelos ya existentes en la misma, y de algunos se han llegado a fabricar 800 unidades, mientras que de otros sólo dos.

El estudio metodológico de los azulejos ha establecido cuatro tipos de piezas: mudéjares, que se caracterizan por una combinación de elementos geométricos; de transición que mezcla motivos geométricos con decoración vegetal; renacentistas que tan sólo presentan motivos vegetales, y monocromos, cuyo diseño es liso. En lo que a los ladrillos se refiere, el tratamiento ha sido similar: donde faltaban piezas se han colocado otras de similar forma, color y modo de rejuntado.

Estas no son las primeras obras de restauración que sufre esta torre característica del mudéjar ya que, desde principios del siglo XX, ha sido sometida a tres procesos de reconstrucción. La última fue en 1969.