Hace 25 años, el 26 de julio de 1989 para ser exactos, abría sus puertas, sus enormes y acogedoras puertas, el restaurante Las Torres. Diez años después, en 1999, recibe una estrella Michelin, que mantiene desde entonces. Y en 2006 fallecía su jefe de cocina, y propietario junto a sus hermanos Rafael y Alfredo, Fernando Abadía. Tres hitos para sumar a este aniversario, que marcan la evolución de la casa y de la cocina oscense.

Al abrir su propio establecimiento, los Abadía reivindicaban otra gastronomía, más local y universal, así como cercana al producto y territorio, donde la sala y la cocina estuvieran equilibradas, además de aliadas. El reto no fue fácil, pero desde aquellos iniciales Pimientos de piquillo rellenos de morcilla --entonces, créanlo, toda una audacia-- hasta la estrellada recompensa, Las Torres fue creciendo de manera armónica y sostenida, convirtiendo cada comida en un banquete y cada servicio en una gratificante experiencia.

Invirtiendo en vajilla, en decoración y libros, creando cada plato como si fuera el último, incorporando a jóvenes promesas en su consolidado equipo, trabajando para el placer de los comensales, que era el suyo propio. Hasta que Fernando, tempranamente, nos dejó, un duro hándicap para un restaurante de alto nivel, que Las Torres, comandado por un infatigable Rafael Abadía, superó con holgura.

Y por ello, para celebrar con los aficionados a la alta gastronomía, estos 25 años de trabajo, de alegrías y también sinsabores, ha creado un menú especial aniversario que, adaptado a su estilo actual, recoge alguna de las creaciones históricas de la casa.

PICOTEO Y DEGUSTACIÓN Por 40 euros, que incluyen panes --sí panes, varios, diferentes y propios--, aguas, vino y café, ofrecen de inicio cuatro snacks, un jugoso picoteo antes de llegar a la degustación. Es el momento de revivir cuatro grandes platos: el chipirón, cigala gratinada, un clásico del mar; Morrón con foie y mostaza, otra forma de entender uno de los iconos de la alta gastronomía, aliado con el humilde pimiento; Salmonete --suquet--, otro juego marinero que evoca los orígenes profesionales de Fernando, en la Costa Brava; y un homenaje a la cocina tradicional altoaragonesa, Adobo de ternera al vino tinto del Somontano envuelto en crujiente. Como postre, Chocolate blanco, café y albahaca, vuelta de tuerca a los lamines finales.

Este menú se ofrecerá hasta el invierno, con lo que no hay excusa para no acercarse hasta allí. Sea ahora, aprovechando los sanlorenzos o en cualquier otro momento, salvo la semana posterior a las fiestas, cerrado por vacaciones, o los domingos, único día en que descansan.

Pues Las Torres sigue siendo una de las referencias de nuestra gastronomía, que ejemplifica como ningún otro local lo que debería ser la alta cocina: excelentes materias primas y no muy convencionales, y siempre de temporada; intensa atención y respeto por la esencia de la tradición coquinaria; una bodega capaz de atender a los clásicos, pero también de agradar a los osados; un marco que propicie el placer de la degustación, con el justo punto de sorpresa y locura; servicio profesional y cercano, atento al cliente. Conseguir que cada visita sea única e irrepetible, prometiéndonos volver.