"El secreto de los diarios íntimos es hablar íntimamente de todo, menos de uno mismo. El yo termina obturándolo todo". Andrés Trapiello (Manzaneda de Torío, León; 1953) presentará el próximo otoño un nuevo tomo de sus diarios, además de un libro de poemas en Tusquets titulado Un sueño en otro y una novela. Lo explicaba esta semana en Zaragoza, donde disertó en el ciclo Ficciones en el Paraninfo y en el IES Blecua en el de Invitación a la Lectura , de Ibercaja.

Trapiello compareció contrastando la literatura cervantina "que es una mirada directa", frente al barroco al que considera "un arte del espejo". Y esa tesis la orienta a la nueva situación política de España: "La gente ha votado el deseo de bondad, de entendimiento, de sencillez y de diálogo, eso que hace unas semanas provocaba la risa en casi todo el mundo".

Y agregó que muchos españoles estaban cansados de lo contrario: "no sólo de la arrogancia o de la soberbia, sino de cierto espíritu tiburonesco e intereses inmobiliarios". Ahora, "Zapatero dice: ´Voy a estar al lado de los débiles y la gente no se ríe". Confiesa el escritor que le molestó la secuencia de un candidato a presidente del Gobierno citando a Cervantes y que los diputados se rieran de ello: "Eso es inaudito. A Cervantes le debería tomar en serio todo el mundo".

Andrés Trapiello lleva años haciendo "llamadas al cervantismo" y señalando que "éste es un país quevedesco y barroco, donde Cervantes está desprestigiado". Y pone al autor del Quijote como "el ejemplo mayor de tolerancia, de comprensión, de bonhomía y de misericordia". Si ha de reírse de alguien, "Cervantes se ríe con el loco, no como el barroco, que se ríe del loco, del cojo, del tullido, del estropeado", afirmó el escritor.

CERVANTES Y QUEVEDO

Muy al contrario, Cervantes es parte de esa realidad un poco maltrecha que se compadece a sí misma y quiere que sean con ella más generosa. "El quevedesco es un ser despiadado, Cervantes es un ser piadoso por definición".

El quevedismo tiene una continuación en la literatura española: "Valle Inclán es de esa estirpe de españoles que consideran que sin mala leche no hay arte. Y no es verdad. Se puede hacer arte con bondad igual que se puede hacer política con humildad y con tolerancia", señaló.

"Cervantes no se ríe de los caballeros andantes, sino con los caballeros andantes. Es una risa siempre desde el mismo lado. En Quevedo la risa es hostil y muy antipática, siempre escarnecida. Es ejemplar, en el sentido de que quiere escarmentar, corregir a la gente". Cervantes tiene una moral, la del débil, pero no es un hombre que dé consejos para enmendar la plana a nadie. Es un hombre que deja vivir a todo el mundo y que pide que le dejen vivir a él. No trata de hacer un mundo mejor; simplemente cree que el mundo será mejor si se comprende mejor, declaró el escritor.

"Si nos pusieran la realidad tal como es ante los ojos, no habría nadie que no se compadeciera de ella". Pero Trapiello lamenta que en el llamado cotarrillo , el mentidero , la espumilla literaria ha descreído de la Literatura Española.

Andrés Trapiello también reflexionó en voz alta sobre la nostalgia y el paso del tiempo: "Creo que la poesía canta lo que se pierde. La pérdida es el sentimiento del tiempo a la enésima potencia. La poesía te ayuda a convivir con las pérdidas, sin que te hagan demasiado daño. Tratas de armonizar lo que eres, lo que te ha quedado, lo que te han dejado y lo que has perdido. El recuerdo puede ser tan extraordinario como la posesión, incluso más. La memoria logra hermosear lo que has perdido, de modo que una cosa puede ser más valiosa una vez perdida que cuando la teníamos".